24 diciembre 2015

Canción de Navidad



Llamó a los cristales con un suave aleteó y me dijo:

-¿Quieres venir?
-¿Adónde quieres llevarme?
-No preguntes, solo ven

Y volamos juntos atravesando la fina lluvia y después sobre las nubes blancas que nos tentaban para quedarnos.

Él se orientó por la posición del sol:

-Está un poco lejos, pero merece la pena

Veíamos pasar las cosas como se ven desde el cielo: pequeños pueblos blancos, ríos, campos perfectamente dibujados y seguimos más lejos, más lejos...Y así , volando y volando tardamos un día entero.

Al principio íbamos solos, en silencio, pero luego él empezó a cantar  una hermosa melodía y, como si esa fuera la señal, muchos más se nos unieron.
Aunque para mí era nueva, los otros parecían conocer  la canción y fue creciendo en volumen y bueno,  les gustaba oírla bien fuerte. Pensé: “van a despertar al mundo”. Y alguien, muy sonriente, contestó:

-Ah, que no te habías dado cuenta?. De eso se trata, de despertarlos. O, mejor aún, que usen sus propias voces y se sientan muy bien por ello.

Seguimos viaje. Nunca se me ha dado bien calcular cuantas personas puede haber en una sala, por ejemplo, y menos aún como ahora, cuando el espacio era inmenso. ¿Para qué contar? Éramos los que éramos, sin más.

Mi compañero, el que me había ido a buscar, dijo:

-Fijaos, ¿veis aquellas luces en aquel lugar tan pequeño? Allí es.

Hubo exclamaciones  de júbilo, de alegría pero también de desilusión, de desconcierto. Seguro que algunos pensaron: “¿Un viaje tan largo para esto?”

Yo no sabía muy bien qué pensar pero confiaba en mi corazón que, sin saber por qué, se había puesto a saltar. Y esta vez la melodía brotó de mí y fui la primera en avanzar. No me importaba si estaba sola o si alguien me seguiría....

Mi canción fue una señal, solo que esta vez fueron miles de estrellas las que se aproximaron y después vinieron otros tantos ángeles. Todos acompañamos a un pequeñito que acababa de nacer y que, sin duda, tenía algo especial porque él solo tenía mucha más luz que todos los demás juntos.
Llegaron también unos reyes sabios y explicaron que aquella luz tan fuerte era uno de los dones del niño pero que tenía otros porque había venido de muy lejos a enseñar que se puede vivir con Amor y Paz.

Y en ese momento, pasó algo extraño porque se produjo un gran silencio cuando el niño sonrió y aquella sonrisa nos abarcó, nos tocó uno por uno.

Eso ocurrió hace más de dos mil años y, lo más curioso, es que aún conservo aquella sensación y la melodía que después empezamos a cantar porque, aunque nunca la aprendimos, la entonamos todos juntos, surgiendo directamente de nuestra alma.

                                 Feliz Navidad 2015

22 diciembre 2015

Buena mañana

Me desperté a las 7 menos 10 ¡demasiado temprano!
Volví a mirar el reloj a las 7,15 y luego ya a las 7,30 me levanté y me metí en la ducha.
Me vestí y salí de casa rumbo a la clínica dónde tenían que hacerme un análisis de sangre.

Me recuerda aquellos diarios que nos hacían llevar en el colegio y que todas las mañanas decían casi exactamente lo mismo:
Me levanté, me aseé, desayuné y me fui al colegio.... ¡que poca imaginación! Pero como excusa puede valer que apenas tendría ocho años y que el ambiente era muy poco propicio. Aún utilizábamos unas plumas con rabo muy largo de madera y tinteros, con lo que conseguíamos ponernos perdidas con solo intentar escribir.

Os puedo asegurar que amanece casi exactamente a las 8,30 de la mañana y que Venus todavía permanecía en su lugar.

Como de costumbre: diez minutos para llegar y veinte para conseguir aparcar, que a esas horas pensaba que sería más fácil, pero no.

La enfermera una chica muy joven y agradable.

-Ya que estoy aquí -le dije- me toma la tensión, me pesa y, por favor, que no me duela.

La chica sonrió y me dijo:

-¿Es usted de las que se marea?
-Pues no

Mientras pensaba que soy de las valientes y aguerridas (ésto último nunca supe qué quería decir, pero me suena bien)

La tensión perfecta y el peso (báscula de las antiguas) como ni ella ni yo entendíamos su funcionamiento, pues ¡otro alegrón!

 Y no eran aún ni las nueve de la mañana.

Muy contenta me fui a tomar mi primer desayuno.

Poco después, me dirigí al centro con intención de comprar unos zapatos y pensando que a aquellas tempranas horas no estaría abierto nada, pero sí, justo una zapatería.
Salí de allí con mis zapatos nuevos, mientras pensaba seriamente qué hacer en la hora y media que todavía faltaba para ir a la consulta de la dentista.

Me encanta ver telas de todos los colores y texturas y estaba muy cerca, así que ¿por qué no?: baño de colores tranquilo, intenso y luego, ya que ¡que casualidad, estaba en la misma calle! Pues un descafeinado, con leche desnatada, sacarina y cuatro churros sin azúcar. Segundo desayuno.

En el dentista me atendieron un cuarto de hora antes de lo previsto. Odio las limpiezas bucales pero decidí que todo sería rápido, sencillo, indoloro. Anestesia con sabor a fresa... y en menos de media hora:

-Ya sabe, cambie el cepillo de dientes, siga el tratamiento y vuelva a una revisión dentro de un mes
Casi saltando de alegría, respondí:

-Dentro de un mes estaré de viaje y no regresaré hasta primeros de mayo
Mientras pensaba: “Ah, que bien, seré libre de “tortura” bucal, hasta dentro de seis meses por lo menos”.

De regreso pasé por el supermercado dónde hoy tenían pan integral con semillas
y en la farmacia me volví a pesar y tenía mi peso de costumbre ¡Ay! (suspiré), pero durante tres horas había disfrutado de ser mucho más esbelta.

Hoy la comida la hará uno de mis hijos ¡Otra bendición!.

Moraleja:
Pase lo que pase, todo depende de cómo te lo tomes y yo hoy he decidido que todo es estupendo, divertido, magnífico y ¡hala!, os dejo que me copiéis.

19 diciembre 2015

Cuando todo está en silencio

Cuando todo está en silencio
mi niña sale
Canta muy bajito
para no despertar a nadie
se va por el aire
subida en un guiño de estrella....



Le gusta viajar hacia tierras muy lejanas a las que no se puede llegar con un simple transporte.

Sabe que hay más como ella que, en las noches claras, se escapan buscando mucha Alegría y Belleza, que si hubiera banderas de eso, ellos tendrían una bien grande, no por diferenciar sino para que, al verla, se unieran muchos más.

Tal vez piensan que son aún pequeños para pedir cosas tan grandes como la Paz, pero aunque no saben cómo, siguen intentándolo: cierran los ojos y lo piden con todas sus fuerzas.

Oyó decir a alguien que dentro de unos días, justo el 21 de diciembre, se abrirán las Puertas y ahí sí recibirán ayuda, mucha, porque es algo muy, muy importante. Sus amigos y ella los ven, a los que ayudan, con grandes alas e irradiando todos los colores.

A partir de ahí, le ha pasado otras veces, sentirán el corazón más blandito, con más calor y oirán una voz fuerte y firme que dice:
-Seguid soñando y pidiendo. Lo conseguiréis

Después regresa en silencio
para no despertar a nadie
le da gracias a la estrella,
le da gracias al aire
y luego, sonriendo, se duerme

Feliz Navidad 2015




08 septiembre 2015

Otoño

Precioso día de otoño con algo de adelanto porque según el calendario aún faltan días para que sea oficial.

Mi padre decía que no hay mejor época del año para hacer fotos porque la atmósfera está limpia, nítida y los perfiles de las cosas resultan claros y precisos.
¿Sería lo mismo si pudiéramos hacer fotos del alma?

La mía hoy se encuentra tranquila, a pesar de todo el ajetreo que se avecina y la lucha con la maleta, que aunque ahora ya no sean los mismos modelos ¡no hay forma de cerrarla!
Además de la ropa y otros enseres, querer llevarse un trozo de aquí al otro lugar, querer seguir siendo uno mismo cuando no es posible porque lo ideal es adaptarse al sitio que vayamos: absorber su energía, la forma de hablar, la esencia de la tierra formada también por su vegetación y lo que transmite.

Sí, esto es un cierre, no sé bien porqué. Cierro esta serie de “Cosas mías” que ha sido un plasmar en el papel (o en el ordenador) sensaciones, emociones... pero sobre todo en plena libertad. Escribir lo que siento en cada momento sin cánones establecidos. No son cuentos, relatos o cualquier otra denominación. Reflexiones  sobre lo que me rodea o lo que eso me influye por dentro.

El lenguaje, la transmisión, lo más bella que puedo, para mí, no pensando de cara al exterior.

Y volviendo a mi viaje, espero que todavía los hermosos flamboyanes me estén esperando y  estén en flor. Árboles grandes, fuertes, plantados hace tiempo y con racimos de flores anaranjadas como sonrisas grandes que alegran los días.

El calor terrible, sé que me va a doler, derritiéndome literalmente... bueno, hay que ver siempre la parte buena ¡estupendo para el cutis! Para arrastrar toxinas y dejar la piel limpia y suave como la de un bebé.

Ya os contaré cuando vuelva. Tengo la esperanza que será un gran renacer: nuevas personas, aprendizajes, paisajes y mi corazón que en cuanto llego, se abre y mi sensibilidad se expande, sin poder ni querer evitarlo.

¿Que saldrá de todo esto? ¡Quien sabe!

Mejor no proyectar nada, dejar que el Universo nos guíe, nos premie con valiosas experiencias y guardarlas en ese lugar secreto y solo nuestro.

Lo bueno si breve dos veces bueno. Así que os dejo. Cuidaos y cuando me recordéis enviadme “buenas vibra”. Yo, como siempre, enviaré burbujas de todos los colores, incluso, a lo mejor, de algún color nuevo portando otros dones.

Gracias por estar ahí. Os quiero

31 agosto 2015

Viaje a Lugo

Doy gracias por los hermosos y grandes árboles, por los campos tendidos al sol y las montañas pobladas hasta la cima de profundo verdor.

Por la muralla vieja de la que brotan plantas jóvenes.

Las terrazas y los soportales en la Plaza Mayor. Los gorriones no tienen barreras y vuelan por dentro, están acostumbrados a las personas.

Las calles puestas para caminar entre tiendas, cafeterías. Los bancos, fuertes,   para descansar.

Los ancianos se saludan, charlan, nos miran con curiosidad. Luego toman bastones y muletas y se van.

En plena siesta canta un gallo y nos despierta. Va con un poco de retraso ¡las cuatro treinta de la tarde!

Está terminando el día, busco la paz llena de sueño, ni siquiera quiero soñar.

Por la ventana no se ve nada especial.

Me peleo con la almohada, por supuesto. Llegas a las once en punto, me saludas y te vas.

Me despierta la claridad, a lo lejos una tenue neblina. Catorce grados de temperatura: ideal para caminar.

Las calles apenas amanecen. Sesión de fotos: las murallas, las flores recién regadas, la fachada del Ayuntamiento. Esos árboles, podados de una forma muy original, dan la impresión de venir a saludar desde otros tiempos lejanos.

La catedral, apenas la recordaba. Silencio. El sol se asoma por una de las vidrieras y los colores se reflejan sobre la piedra.

La Virgen de los ojos grandes. Me recuerda la carta El mundo, del Tarot, porque la imagen está totalmente rodeada por un grupo de ángeles pequeños que, mas que proteger, parecen estar jugando. Oigo su algarabía y sonrío.

Museo provincial, merece la pena. Sobre todo disfruté el claustro: relojes de  piedra y en otro extremo sarcófagos del mismo material, de obispos y soldados con armadura, casco, espada.

En el centro un pozo que ya no tiene agua. Echar unas monedas por si, de otra forma, aún funciona.

En otra planta esculturas de madera. Por supuesto, pintura de distintas épocas y, lo que más, la cocina del antiguo convento, con piezas preciosas de cerámica utilitaria. Una silla antigua con un cartel: “Prohibido tocar”. Mas que tocarla me hubiera sentado  para disfrutar todo aquello un ratito más.

En medio de calles, plazas, murallas, cafeterías y una joyería para admirar piezas de azabache y plata, nuestras charlas de viejos y nuevos tiempos, de sonrisas y nostalgias.

El mercado dónde comprar queso de la zona. Comer en un sitio tranquilo...

El regreso, siempre una despedida: que pueda volver  con alguien de un país lejano al que le pueda gustar todo esto.

De nuevo la carretera, adiós a los pueblos, los bosques, las fincas grandes, los nogales ya con los frutos verdes.

 Los ojos muy azules del viejito que se sienta a mi lado y , cuando él se baja, se sienta una señora que tiene la cabeza poblada de terribles escenas y el detalle del conductor que espera, cuando se baja, hasta que está a salvo en la otra acera.
Saludos sin palabras a la buena gente que hay en todas partes.

Llegada con adelanto ¡mejor!

Volveré algún día porque se me ha quedado prendida una sonrisa en el corazón.


15 agosto 2015

No se pueden crear

No se pueden crear sirenas ¿o sí? Sirenas que, además de mar, estén envueltas en colores y tengan, siempre lo han dicho, maravillosas voces.

Yo fui sirena, así que hablo con propiedad, aunque ahora todo parezca un juego, un sueño... pero ahí está, aparcada en un rinconcito de mi alma, donde todo se conserva intacto y lo puedo recobrar.

Pero, claro, hay cosas que no me atrevo a preguntar. Está presente el miedo, pero, casi siempre, me pierde la curiosidad y no solo llego, lo descubro, lo vivo, sino que lo paso mal.

 Todo está ahí y, me guste o no, es parte de lo que SOY. A través de los siglos me ha ido formando, reformando, transformando...

Mi corazón, ahora, se está volviendo de cristal y me duele. “Respira profundo, como ya sabes, no te olvides, respira” Y sí, al poco, el dolorcito se va.
Claro que ya aprendió el camino y vuelve, debe haber algo más que tenga que hacer. “Si le das facilidades y lo tratas bien, no se irá”. Así hablaba mi padre.

Dolor acumulado de muchas vidas atrás, perdón para liberar ¿Hacerlo yo o que me lo hagan?. Es que no da igual: quereme yo o que otra persona deposite en mí un trocito de amor y me ayude a perdonar.

Bálsamo rosa, unas manos femeninas lo extienden y solo el gesto ya me alivia. “Tienes que sanar del todo y luego podrás darlo tú a los demás”

Hoy bendiciones sobre mí y sobre el mar, estaba lloviendo en la playa y, durante un momento, me fui hacia las nubes, sentí su humedad y como lluvia bajé sobre la arena.

Sentí levedad, soy aérea, mi cuerpo no pesaba y así me retiré despacio.

Leí que ahora es el momento de conciliar nuestra energía masculina y femenina para que surja una verdadera paz, a nivel individual y colectivo y así conseguir que se expanda por toda la Tierra.

Que todas las personas tengan un corazón lleno de Paz. ¿Se acabarían las guerras, todas?. Ese sí sería un gran motivo para celebrar.

Celebrar los próximos mil años y luego, ya se vería si continuar.

El sol se ha abierto paso entre la lluvia, las nubes, ha ganado la partida. Su luz, más blanca que dorada, nos da fuerza para continuar.

Pueden ser sueños, ilusiones, fantasías ¡que más da!. Solo debe quedar que es importante sentirlo.


22 julio 2015

Mañana de Domingo

Mañana de domingo, recién despierta o despertada por los colores del alba, por los sonidos del agua, a lo lejos, sonriente y calmada.

Mi pequeño universo me contempla: bolas de cristal, sirenas, ángeles, hadas. Los siento vivos, amigos, me siento acompañada.

Ya no veré el abeto, la palmera, el acebo... se quedarán aquí y sin mí seguirán viviendo.

Las más hermosas las flores del membrillero, las de azahar que llevaban las novias, prendidas a su cabello como anuncio de pureza, el olor de una promesa que se cumpliría después.

Lavanda que ya no existe, el romero la mitad, el cerezo que por fin se decidió a dar fruto, las manzanas para asar y el césped que, muy alto, impide cualquier entrada al jardín, destartalado por no saberlo cuidar.

Me llevaré la nostalgia, solo unos días, después, se quedará en el recuerdo como algo dulce que ya fue.

Los gallos que despertaron antes del amanecer. Siempre tienen mal el reloj y cantan a cualquier hora.

En la palmera varios nidos de gorriones que ya se aventuran en el aire y, a veces, terminan cazados por la gata. Para ellos un susto feroz, para ella agudizar el instinto, probar si todavía sigue ahí.

Esperar, escribiendo, que sea más tarde para ir al mercadillo, que si voy ahora aún están montando los puestos.

Luego sí, comprar el pan, dar una vuelta completa: flores, frutas, plantas... pero sobre todo las voces de los vendedores. Montones de prendas. Perderme entre los colores.

Olor del aceite de freír los churros, los pollos asándose y algún que otro sudor, no tan agradable. Es verano.

Mi madre me contó muchas veces que, cuando me esperaba, iba con un abrigo de tela fina, porque no estaba bien visto ver la barriga de una mujer embarazada. Las vecinas le sacaban una silla, le ofrecían agua y alguna fruta del tiempo. “Descansa, mujer, que vas bien cargada”.

Pasó el día, como siempre, deprisa, casi sin darme cuenta, hasta que vi a Venus asomar entre naranjas y malvas y pensé: “Soy muy afortunada”.


Blancas mañanas de domingo, esas sí vendrán conmigo, siempre, hasta que mi alma decida que llegó el anochecer.

14 julio 2015

Las cinco hermanas

1314 Normandía. Un alto castillo de piedra mirando al mar. Cinco hermanas, procedentes de las estrellas y reunidas como humanas.

 Juntas, reír, jugar, explorar el pequeño mundo de alrededor y el vasto mundo más allá del océano o escuchar el lenguaje de las estrellas.

Cada una guiada por un gran Ser de tiempos lejanos. Vuestros padres amados en otros tiempos. Cada una impulsada hacia distintos puntos de Gaia, la Tierra.

 Todas con dones personales y con un don común: la Alegría, la risa, el disfrutar de las pequeñas cosas cotidianas y también el don compartido de conocer  los lenguajes de la Naturaleza y por tanto el poder comunicarse con cualquiera de los seres que la forman.

Vuestro corazón fue forjado al mismo tiempo y siempre, a pesar de las eras, los lugares y los tiempos (pasados o futuros) latirá al unísono. Sois una sola formando una estrella o varias estrellas formando una constelación.
Con Luz de Sol, Luz de Luna y esencia de varios planetas. Eso apenas importa, solo el latido.

Promesas al aire libre, alrededor de una pequeña hoguera, con las manos unidas. Vuestras cabezas ungidas con rayos de luz, la visión alerta y  las palabras creadoras de mundos que, algún día, serán ciertos.

 La Fuerza en las manos que acarician, curan, unen y desprenden el Amor recibido.

Muchas vidas con espadas, lanzas, banderas y después la Madre y el Perdón.

 Tal vez encontraros de nuevo o tal vez no. No importa. Solo sabed que sois cinco hermanas y que podéis reuniros de nuevo y daros un abrazo lleno de emoción.

La Vida continúa siempre, eterna. Reid, sembrad vuestra Risa y brotarán nuevas estrellas.

Nació la primera, la mayor, su padre la sostuvo en alto, la miró, le puso nombre. Su madre la amamantó. Tenía el cabello de sol y los ojos azul de cielo y ya, tan pequeñita, sonreía.

Era hija de Reyes, no de sus padres de aquí, de otros con más Sabiduría y Poder. Esos fueron sus dones, además de la Alegría. Niña del Sol, se le asignó que condujera sus rayos para que siempre fueran vida y no destrucción.

Al año nació la segunda hermana, pelo y ojos oscuros y con tanto sueño que no quería despertar, se estaba tan bien durmiendo.
Fueron sus Padres dos Seres de Agua, entendían de sentimientos y ella recibió el don de sanarlos y entenderlos y la Alegría, que hasta dormida sonreía.
Enseguida su corazón se unió a sus padres humanos, a su hermana mayor y a todo el mar que rodeaba el castillo y a todos los que vivían dentro.

La tercera era la que uniría a las mayores y las pequeñas porque justo estaba en medio. Mediadora en todas las batallas, sabedora de todos los misterios. Con el pelo rojo y los ojos verdes y, por su puesto, muy alegre.
Todos los caminos secretos para ella no lo eran, amiga de otros seres que los demás no ven y, cuando echaba a correr, la perseguían duendes y hadas y algún ángel que otro la miraba desde arriba.

Luego nació la cuarta, tenía el pelo castaño como la tierra, le gustaba caminar descalza y los árboles, las flores, todas las plantas del universo. Con el tiempo enseñó a sus hermanas a cuidarlas,  protegerlas y a plantar sus propios alimentos.

A los cinco años de nacer la primera nació la última hermana y su madre ya no pudo más y aunque lo intentó  se fue en alas del viento.
Eso era su hija: un continúo movimiento, una brisa suave sobre el mar o emprender viaje e irse muy lejos: sobre el océano, la tierra, sobre el castillo de piedra y sobre su padre que ya nunca fue el mismo y empezó a pensar de más.  Ninguna de las cinco lo pudieron consolar.

Entre ellas se unieron aún más y aprendieron a conversar cada una con su elemento y enseñárselo a las demás para que todas supieran lo mismo.

Cuando la mayor cumplió los quince años, empezaron a planear con quien casar a cada cual, pero ellas se negaron y pusieron pruebas muy difíciles a los jóvenes que las pretendieron y ninguno consiguió su objetivo: desposar a una de las herederas de mayor fortuna de todos los reinos. Aunque se había corrido la voz y muchos decían que las niñas eran raras, pero eso sí, tenían buenos sentimientos.
Los pretendientes, ninguno quiso amar sus almas y así fue como las perdieron.

Una noche, las cinco sintieron mucho desasosiego, subieron a las almenas y allí vieron como de la Luna bajaba un rayo de plata y en él reconocieron a su madre: hermosa y joven, que se había ido hacía mucho tiempo.

Era muy bella, se conservaba igual que cuando se fue a tan temprana edad. Traía para cada una un pequeño obsequio:

-Para mi hermosa hija mayor, una moneda de oro ya que eres de Sol. Deberás esconderla en un lugar secreto, después de tres días, el hombre que la encuentre, ese será tu compañero.

-A mi segunda hija le doy una concha de puro nácar. A él le gustará tanto el mar que iréis a lejanos países navegando. Será tu felicidad.

-A ti, mi pequeña adorada, un cristal del color de tu cabello con un secreto escondido, que el que te ame habrá de desvelar.

-Como te gusta plantar, esta bolsa de semillas te irá bien, para descubrir si a tu galán también le gusta la tierra. Si es el tuyo, todo germinará y seréis felices creando vida.

-Mi pequeña, tú eres mi esencia y sin saberlo me acompañaste hasta el que es mi lugar. Tu amor vendrá por el aire y con él volarás.

Las abrazó una por una y les dijo que siempre que quisieran con ella podían hablar, porque no hay distancia ni tiempo. Que no se olvidaran nunca de mirar a las estrellas, porque ese realmente era su hogar.

Luego se fue y, como si se hubiera apagado la luna, todo fue silencio y oscuridad.

Pusieron bandos por los pueblos, en el bosque y hasta salió un barco y llevó el mensaje a ciudades muy lejanas.

Al poco empezaron a llegar. Eran morenos, rubios, castaños, pelirrojos y color de aire, que aún no se sabe como es, pero que entre ellos se conocen porque lo que importa no es el cabello, la piel o la forma de andar sino algo mucho más profundo, que trata de amar el alma toda la vida hasta el final.

Y cuando cada una se reunió con su pareja, desde el cielo fueron bendecidos y cada cual encontró su lugar.

Su padre ya estaba dispuesto. La luna de nuevo se hizo grande, su amada lo vino a buscar y allá marcharon envueltos en luz y felicidad.

Aquella noche, las cinco hermanas se reunieron en lo más alto de las almenas, miraron a las estrellas y vieron como  partían hilos de plata que iban directos a sus corazones y se dieron cuenta que todos latían al mismo ritmo. Supieron que, aunque se fueran a lugares distintos no se separarían jamás, porque entre todas formaban una bella constelación y cuando dejaran este mundo, aquel sería su verdadero hogar.

 La constelación de Cassiopea tiene cinco bellas estrellas que brillan todas igual.

03 julio 2015

En la cafetería

Mojar los churros en el café descafeinado. Ambiente agradable. El periódico lo lee otro.

Música de Nueva York ¡cuanto me queda por ver!

Enfrente flores rojas en un mini-jardín. Pasan coches, la gente, la vida

La cantante sigue y entra: eso es lo que quiero ser ahora, soy ritmo y melodía.

No hay televisión ¡que alivio! Tengo que correr la voz

Venir más veces, disfrutarlo.

Los niños, de dos en dos, alboroto, excursión urbana

Un poco más aquí, después iré a la batalla y ganaré. No tan serio, solo como en el escondite: por mí y mis compañeros.

Jazz, chasquear los dedos siguiendo el ritmo, entregar el cuerpo o el alma. No pensar, dejarse ir

Mañana de primer día de verano para mí, aunque no sea la fecha exacta en el calendario.

Me miran dos cascos de motorista descansando en una silla.

Un gorrión se asoma, revolotea pero no se atreve a entrar

El saxo ¿alegre o triste?. Sobra la batería, se agradece la voz, sensual.

Un señor con traje y corbata y otro pantalón corto, camiseta y tenis rojos. El camarero con delantal  negro sale a respirar.

El autobús urbano pintado de verde a paso de tortuga, se desliza delante del olivo  y el aire está ahí dando vueltas aunque no se vea.

Como los grandes, escribiendo en una servilleta de papel. No se vayan a escapar las ideas.

Un poquito más, se está bien aquí. Tengo que venir más veces, como hoy, con las calles recién amanecidas.

El ruido de arrastrar las sillas, el humo del cigarro separado por una cristalera.

Hace unos días se despertó mi oído ¡cuantos sonidos!. Conversaciones, tos, una bocina cerca y otra más lejos. En la cocina trastean con la loza, los vasos, las teteras: fregar, ordenar, servir: ¿Lo quiere tibio o más caliente?

Una moto emprende su camino suavemente. Se han ido los cascos.

Pasa el bus turístico con el segundo piso abierto. De momento el único ocupante el sol.

Enfrente un cartel naranja me sonríe o tal vez se está riendo de mí. No se lo tengo en cuenta.

El lenguaje me acompaña pero me cansa la tensión, el estar alerta.

Ya es hora,  ¡que pesado el reloj, siempre me está empujando! Dentro de un momento me iré.

Ha cambiado el ritmo, más rápido, más bailable, sigue sonando inglés pero podría ser Brasil ¡cuanto me queda por ver!

26 junio 2015

Mañana de San Juan

Nublada y con ganas de llover, tal vez la ceniza de las hogueras que subió y se quedó allí tiñendo el cielo de gris.

No hice la purificación de lavarme la cara con el agua de las plantas puestas al sereno, expuestas a la luna creciente. Me siento rara.

Hace años iba con una amiga por los campos de alrededor de la casa donde ella vivía y otra amiga más que era la que de verdad conocía cada planta: hortelán, velo de novia, árnica, pétalos de rosa, romero, ruda... veinticuatro, cada una distinta y todas juntas en una tina con agua, mezclando sus perfumes, sus esencias.

Por la mañana lavarse la cara que era una delicia por el olor, la frescura, solo con una parte y luego filtrar el resto y en un cuenco de cristal trazar tres cruces con sal, bendecirla y ofrecerla para usar en momentos concretos y por fin guardar en tarros.

Pero esta vez no hice ningún ritual, ni de fuego, ni de agua. De todas formas se encargan el viento y el mar mientras paseo por la playa y me quedo mirando los juegos de los niños.

Dos grupos tirando de una cuerda a ver quien gana.

-Y ahora, vamos con los nudos marineros. Los verdaderos, los profesionales que usamos todos los marineros.

Los monitores apenas unos años más que los chavales, sus hermanos mayores, enseñando a recobrar antiguos juegos o a probar la valentía como en todos los tiempos.

Cincuenta gorriones, todos juntos echan a volar, en silencio, solo el aleteo, celebran que el aire hoy es solo suyo.

¿Se habrá enfadado el sol por algo, o solo es una tregua?

Papá ¿estás ahí? Hoy es el día de tu santo, ya no me acuerdo cómo lo celebrábamos, supongo que ahora será distinto, de todas formas no eras tú de muchos santos.

El rosal amarillo sigue dando hermosas flores y las palomas están posadas en los cables de la luz, hoy son cuatro, justo tu número.

La verdad es que no quiero hablar de tonterías varias, solo llegar a tu corazón, darte las gracias porque fuiste la persona que más tiempo estuvo conmigo y aún me dijiste que te hubiera gustado quedarte más pero ya tu cuerpo no resistía.

Mañanita de S. Juan mejor con muchas sonrisas. Siempre mejor reír, aunque el humor y el tiempo no ayuden, aunque ya no estés pero yo te siento a mi lado y sé que eres feliz.

20 junio 2015

Volar

Volé envuelta en una pompa de jabón. Hubiera preferido mis burbujas de siempre, bellas, a mi medida, de diferentes colores según la circunstancia, pero noté que la pompa era más liviana y también que iba a su aire, resultaba más complicado manejarla. La falta de costumbre.

A mi derecha una puerta con cristalera, por ahí mismo podía irme. Ascendí, ascendí, podía ir a cualquier lugar y me fui a un sitio conocido: una montaña muy alta llena de vegetación, rodeada de otras montañas iguales. Allí, en la cima, estaba la pequeña casa del buda que sentado ante ella, sonreía con gran bondad disfrutando que yo danzase para él. Plenitud, alegría... El contraste del verdor de la montaña y nuestras ropas blancas, radiantes, hechas de luz.

…. Y de pronto un dragón enorme y negro se asomó y me retó pero le dije muy decidida:

-No importa lo grande que seas, ya no me das miedo.

Bueno, tal vez algo de atrevimiento por mi parte o una pizca de mentirijilla que servía para darme ánimo y sentir de verdad mi valentía. Me lo había ganado a pulso y repetía:

-No te tengo miedo

Luego volví de mi paseo y todo estuvo bien, pero ahora:

Tu canción es la voz de la nostalgia y puede ser dulce, alegre, amarga, pero da igual la forma en que se presente siempre brotan lágrimas, como ríos pequeños o grandes gotas que casi son sólidas y bajan hasta mis pies. Mi emoción de nuevo: aún no te tengo y ya te perdí ¿como puede ser que hayas escrito algo que remueve en mí una resonancia de algo tan lejano que no recuerdo, de algo tan próximo y tan mío que no lo tolero.

La canté de nuevo... y de pronto se abrió mi oído ¿es una canción mágica? -pensé

Sonidos olvidados, dormidos, estaban ahí de nuevo. Oí caminar a una paloma sobre la arena ¿será mi imaginación? Pero al menos el ritmo era idéntico al que yo sentía. El motor de un barco rojo a lo lejos, un molino de aire, el viento tranquilo en mi cara. Mi aliento tibio, sereno.

Nuevas huellas en la arena, algunas ya desdibujadas y otras recién impresas:

gaviotas, perros, niños pequeños, máquinas concretas, deportivos de distintas tallas y diseño. Ni una pluma, ya habían pasado los barrenderos. El sol en su lugar, riendo. Mar de fondo y de superficie y alguien dentro retándome a averiguar de qué se trataba.

Miré el reloj y, como suele pasar, se fue la magia, se retiró al momento. Una voz muy bajito decía:

-La has roto tú y hoy ya no regresará, a lo mejor mañana

Y otra vez aquellas ganas de llorar. Dejé la playa

Me asaltaron las rutinas.

Una amiga llamó:

-¿Qué tienes que hacer esta tarde?

-Absolutamente nada

-¡Que dura la vida de jubilada! -dijo riendo

Pues sí porque a mí lo que me gusta es hacer y hacer y no hacer es lo que me mata.

Adiós canción

-Respira un rato cada mañana, cuando te despiertes, verás que diferencia.

He guardado el sueño bajo la almohada y para que no se despierte y esté cómodo lo he tapado con la sábana.

Él sabe (el sueño) que no me importa el lugar, solo volar y volar. La sensación de libertad siempre gana al deseo de derramarme en nostalgia.

17 junio 2015

Y de pronto

Y de pronto

Me abrumó el peso del día

En un momento el silencio fue tan hondo

Que sentí la respiración del sol en mi propio corazón

Y de pronto

La luz estalló en mil colores

Inundando mi alma con sus destellos

Y me sentí liviana

Vagué por encima de un mar turquesa

Con mis propias manos

Rasgué la neblina que ocultaba el valle

Y aspiré profundo el olor a jazmín y limonero

Ascendí mas alto que la montaña

Que la forma de las nubes

Más alto aún que el más alto de mis sueños

Y de pronto

Vestí un traje nuevo

Y perdoné al día

Que, en su despertar, me había abrumado

02 junio 2015

La Herencia

-Pues a mí mis padres me dejaron un palacete en Guadalajara y estamos encantados oye. Con un jardín francés, un estanque con peces exóticos y hasta hemos contratado un mayordomo. Claro porque la fábrica de Johny va muy bien porque todo eso cuesta una pasta....

Pero no, no hablo de esas herencias o de:

-Mira que belleza, esta pulsera era una de las favoritas de mi madre y ¡menuda pelea tuve con mis hermanas! Pero al final conseguí quedarme con ella. Por motivos sentimentales, ya sabes, bueno y porque en realidad es la que más pesa y el oro siempre es un valor que puede sacarte de un apuro en un momento determinado
Y tampoco de las herencias de enfermedades varias, aunque ésta, seguro que algo tiene que ver con la genética a la que nos hemos acostumbrado a echar la culpa de un montón de trastornos varios:

-Heredé la sordera de mi abuela, la artritis de mi bisabuelo, los ojos azules y el colesterol de mi padre y el pelo ondulado de mi tía Rita, junto con un tic nervioso muy particular.

En nuestro caso hablo del sentido del humor. Nuestro precedente más próximo fue mi padre que probablemente lo heredó de sus ancestros maternos. Su abuela parió dieciocho hijos y supongo que decidió que era mejor tomárselo con buen humor y ese toque de sarcasmo e ironía lo heredaron la mayoría de sus hijos, sobre todo las mujeres, que también parían y seguían trasmitiéndolo a las siguientes generaciones.

La frase emblemática de mi padre era: “Jodido pero contento” que era lo que invariablemente contestaba cuando alguien le decía un simple: “¿Como estás?”.

Yo, siguiente generación, trato de verle la parte cómica aunque me pasen cosas no muy divertidas, pero que pasado algún tiempo y observando las circunstancias tomando distancia, siempre termino encontrándole el punto en que pueda reír, a veces sonoras carcajadas y otras un esbozo de sonrisa.
Mi hijo mayor fue un niño de los que ahora llamarían hiperactivos: siempre haciendo algo, alegre, divertido y capaz también de captar el humor y reírse a conciencia.
Pero creo que el que de verdad ha heredado el “don” es mi hijo menor porque así, sin pensárselo dos veces, le salen las frases con tal naturalidad que nos hace reír a todos, imaginar la escena y no poder parar de reír al enfocarnos la situación desde una perspectiva realmente cómica y divertida.

Fue capaz de sacar esa parte hasta a una circunstancia tan delicada cómo dónde poner las cenizas de mi madre.

Después de varios días, distintas propuestas e ir cargando la urna de aquí para allá, mi padre apuntó que, sin duda, la mejor ubicación sería debajo de la palmera del jardín. Todos nos quedamos callados, preocupados, ausentes, tristes, pero mi hijo se echó a reír. Lo miramos muy sorprendidos mientras él lo iba explicando entre risa y risa:
“Sí, imaginaos la escena: todos alrededor de la palmera. El yayo (mi padre) sin poder dejar de llorar, mi hermano cavando para hacer el agujero, los vecinos asomados al balcón muy curiosos a ver si eran capaces de saber con certeza qué estábamos haciendo y el perro feliz: ¡por fin, alguien se ha acordado de mí y escarbando a lo mejor encuentro algo interesante, tal vez un hueso!”
Fue tan realista y natural que acabamos todos riéndonos y acordamos que era evidente que aquel no era el lugar más apropiado.

Cuando conseguimos parar de reír, propuse hacer un agujero pero en un lugar mucho más discreto, echar allí las cenizas y encima plantar un rosal ya que a mi madre le gustaban mucho las flores. Y ahí sigue llenándose cada año de unas bonitas rosas amarillas.

A mi padre le gustó tanto que muchas tardes se sentaba a admirar el rosal y me repitió varias veces:

-Cuando yo me vaya, compras uno, con flores de otro color y lo pones lo más cerca posible del de ella.

Y así lo hice, solo que no calculé que el perro seguía siendo el mismo y debió de pensar que seguro esta vez sí encontraría un buen hueso aunque estuviera muy profundo, merecía la pena intentarlo. Vaya, que destrozó el rosal nuevo.

Menos mal que a mi padre le gustaba mucho uno más grande y que siempre estaba cubierto de grandes rosas blancas... y que no sería ninguna tentación porque hacía años que estaba plantado.

24 mayo 2015

La historia de May Ka

May Ka nació en Tibet, ahora tiene ocho años y siempre vivió en la montaña, cerca de uno de los monasterios más famosos, no solo de su país sino del mundo.

Sus recuerdos son la nieve, los cánticos de los monjes, la nieve, cuidar una cabra, tener mucho frío, la nieve.... también el cielo azul como si estuviera muy cerca, correr con los brazos abiertos persiguiendo al viento y por las noches las estrellas, muchas, muchísimas, que le hablan y le sonríen, amigas de siempre, de siglos enteros que transcurrieron casi sin darse cuenta.

Su familia, junto con otras familias, se dirige a otro país, a un lugar diferente, más llano, algo menos frío. Ella no sabe si eso es bueno o malo, si le gustará o no, pero tampoco tiene ningún poder de decisión, así que ríe, corre y juega con otros niños de otras familias como la suya.

Lleva un gorro muy abrigado color naranja forrado de lana, un abrigo con grandes bolsillos que casi le llega a los pies y botas suaves y cómodas con las que se siente muy a gusto. La vida es sencilla, simple, trabajosa. Para ella, feliz.

Durante el largo trayecto sonríe a pesar de que a veces tiene que cargar a su hermanito porque es demasiado pequeño para caminar tanto. Será, con el tiempo, una fuerte y buena madre que sabrá cantar, preparar comida, ordeñar... pero, sobre todo, tendrá una sonrisa dispuesta que puede hacer falta en cualquier situación.

A su madre le gusta tejer, sabe de preparar la lana y teñirla de bonitos colores y luego hacer prendas muy cálidas. Su padre cría caballos y los vende en algunos mercados de la zona, bastante alejados de su hogar, por lo que pasaba muchos meses lejos de la familia. Ahora muchas cosas cambiarán para ellos.

Y por fin llegan a un hermosísimo valle cubierto de flores amarillas como el sol deslumbrante que lo cubre todo. Es verano y los niños, todos los niños, corren, juegan y se tumban sobre las flores.

Después sus madres los llaman para que ayuden porque hay que montar las tiendas y a ella le toca vigilar que su hermano no vaya lejos porque apenas está aprendiendo a caminar.

Están instalados en las afueras de un pueblo grande donde hay muchas cosas y ellos, los niños, irán a la escuela. Allí también hay templos, algo más pequeños, pero con monjes, inciensos y cantos. Eso no ha cambiado mucho.

Por la noche, cuando todos duermen, sale de la tienda y se tumba en la tierra y allí, como siempre, habla con las estrellas. Les da las gracias porque el largo viaje ya terminó y todos están bien y cómo respuesta siente un calorcito sobre su corazón y una voz amable que le dice que no importa donde esté porque siempre estarán ahí protegiéndola.

La maestra es amable y les enseña las letras que luego se combinan entre sí y forman palabras, luego frases, páginas y libros enteros. También les enseña números y enseguida ha aprendido a hacer cuentas.

Al lado de la tienda donde viven han plantado una huerta, tienen algunos animales y su padre ahora va de guía con algunos alpinistas que quieren subir a una de las montañas mas altas de toda la Tierra. Se lo pagan bien porque conoce todos los senderos que antes subía con los caballos y ahora es él el que va cargado, pero es fuerte y le gusta tener dinero para comprar algunas cosas y que su familia tenga todo lo necesario.

A su madre le compran las prendas de lana que hace, dicen que son muy bonitas, calientes y que tienen algo especial que la gente siente cuando se abriga con ellas.

A veces todos se reúnen para rezar, hacen ofrendas, prenden incienso, giran las ruedas de oraciones y luego bailan, comen y beben. May Ka piensa que le gustaría ser bailarina, cuando sea algo mayor

El tiempo ha pasado muy deprisa, casi sin darse cuenta. Acaba de cumplir once años y ya está lista para ser dada en matrimonio. No sabe muy bien qué significa eso, sus padres son los encargados de buscarle un esposo. Lo que sí sabe es que cuando eso suceda ella tendrá que irse a vivir con la familia de él y que vendrán los hijos y tendrá que amamantarlos y cargarlos hasta que sean capaces de comer por sí mismos y caminar sin ayuda.

Pero un día una anciana llega al pueblo, todos quieren que se aloje en sus casas porque dicen que es una persona sabia y que puede ver el futuro solo con mirar a los ojos. Al final, después de algunas discusiones, se ponen de acuerdo y deciden que la mujer pase unos días en cada casa y así la suerte que ella desprende se repartirá por igual entre todas las familias.

Y cuando llega a su casa, sus padres le preparan un buen sitio al lado del fuego, le sirven té, la rodean de cojines para que esté cómoda y cubren sus rodillas con una manta de lana de muchos colores tejida por su madre, luego se sientan ellos y con toda reverencia guardan silencio y permanecen con las cabezas bajas.

La mujer les da las gracias con una sonrisa, los bendice en nombre de muchos dioses y luego, como si nadie mas estuviera presente, le indica a May Ka que se siente enfrente de ella, la mira a los ojos y empieza a decir muchas cosas: que se casará con un príncipe y toda su vida tendrá mucha fortuna. Se llevará a toda su familia al palacio y allí criará a sus propios hijos. Será la consejera de su esposo en todas las cuestiones del reino porque en su mirada y en su corazón hay polvo de estrellas y ese es el destino que tiene marcado.

Su madre y su padre, de rodillas y con el rostro en el suelo, lloran de emoción porque no saben otra forma mejor de agradecer lo que la anciana está diciendo.

May Ka no entiende muy bien lo que supone todo aquello, desde que unió su mirada a la de la mujer sintió como si hubiese entrado en otro mundo, un lugar maravilloso lleno de fuentes, jardines, palacios. Oye las risas de niños jugando y de algún lugar surgen bellas melodías que la hacen sentir una gran paz. Ve que detrás de la apariencia de la persona que le está hablando, hay una diosa de perfecta Belleza, rodeada de otros seres celestiales y ahora se da cuenta que esa voz, suave y amorosa, es la que ella siempre oye cuando las estrellas le hablan.

Entonces se anima a hablar y dice:

-Creo que lo que me dices es verdad y seguramente ese es mi destino, pero lo que yo quiero es ser como tú: ir de pueblo en pueblo bendiciendo a las personas, anunciándoles su destino y transmitiéndoles la sabiduría de los dioses que brota desde el corazón

-Así será hijita. Todos los grandes deseos se cumplen y así pasará también con los tuyos y para eso disponemos de muchas vidas distintas y visitamos muchos lugares. Eres bendecida por los dioses y nada te será negado, disfruta entonces de todos los regalos que ahora te ofrecen y sé feliz.

Nunca más volvieron a ver a la sabia anciana que al poco tiempo siguió su camino

May Ka fue bailarina durante un tiempo y aunque sus padres tenían ya su boda concertada con un rico comerciante, pasó por allí la comitiva del príncipe y en cuanto sus miradas se cruzaron supieron que eran el uno para el otro. Él la cubrió de corales, perlas y turquesas y le regaló un rubí perfecto que hizo tallar en forma de corazón y se lo entregó cuando le pidió que fuera su esposa

Y, en verdad fueron felices, tuvieron hijos, nietos y biznietos.
Él se fue primero y le prometió que volverían a encontrarse aunque estuvieran  al otro lado del mundo y ella le prometió lo mismo.....

Y así fue, pero eso ya es otra historia.

14 mayo 2015

Tengo una casita

Tengo una casita blanca con tejado rojo y muchas habitaciones, cada una de un color. Son tantas habitaciones como días de la semana.

Una habitación blanca, blanca como la Luna con una cama blanca y en el cabezal pintado el mar de plata cuando la Luna lo mira y asomada a la ventana lo baña todo de luz. Sábanas blancas rematadas de puntillas de finos hilos tejidas. Hilos como pensamientos que convergen. Lámparas con pantallas de papel con dibujos de montañas coronadas de nieve y gaviotas, que vuelan tan alto, que sobrevuelan las nieves. Sobre la mesilla un vaso lleno de leche caliente. Ya viene el sueño, ya viene. El despertar será blanco para que algo nuevo empiece.

Naranjas de invierno, grandes, en un frutero de cristal. Recobraremos la energía para cualquier trabajo poder terminar. Las paredes, anaranjadas, están a medio pintar ¿te apetece?. Tal vez peces en un mar imaginario rojo coral o frutales en un huerto. ¿Qué se te ocurre, que más podrías pintar? Una mesita redonda cubierta con un mantel lleno de flores rojas cortinas haciendo juego muchos cacharros de cobre y cucharas para hacerlos sonar. Junto a la pared, cojines y esteras enrolladas por si en la hora del atardecer te apetece descansar. Un armario muy grande para guardar las penas y así la alegría poder recobrar.

Verde, verde, todo verde. Un invernadero con paredes de cristal y muchas plantas. Tazas de porcelana en una alacena antigua decoradas con hojas infusiones humeantes: vapor de manzanilla menta o eucalipto perfumando el lugar. Cuidar un minúsculo jardín plantar una semilla y esperar que crezca. Prensar hojas y flores entre las páginas de un libro. Podar, regar, sacar esquejes. Colgar ramilletes frescos para que sequen oler todos los aromas que nos envuelven. Sentir que somos una semilla muy pequeña y luego ir creciendo, estirándonos buscando el sol agradeciendo la lluvia bailando en el viento. El verde debería ser nuestro lugar natural.

Azul de cielo y azul profundo de mar. Montañas azules y nubes blancas blancas velas en la mar. Montones de sal, caracolas. Trepar hasta aquella nube lejana hasta la cima de la montaña llegar y poner una bandera: ¡ Hay que encontrar la Paz! Mejor que una cama un sofá muy blandito para descansar. Sedas en muchos tonos azules como olas para navegar. Una ventana redonda. Una esquina con mosaicos y copas azul cobalto de muchas formas distintas. La voluntad de hacer algo. Primero la voluntad y enseguida comenzar. Echar fuera un sonido ¡FUERA! Y encontrar otro con el que poder conectar. Azul profundo, con todo el Universo poder hablar.


Una sala toda rosa para poder jugar. Algodón de azúcar. Paredes acolchadas, suelo mullido y allí tumbados recordar cosas felices. Cintas, telas y lanas, recortables, cientos de peluches, casas de muñecas… y crear, mirando al techo, aquello que no pudimos lograr. Ahora, así, es posible. El calor de un brasero bajo las faldas de una mesa camilla, cortinas con volantes y muchos lazos. Las canciones de la abuela olvidadas hace tiempo una mecedora magnífica, móviles con melodías muy suaves, cajitas de música. Una voz femenina muy agradable que dice: “Te amo, te amo ahora y antes, cuando eras más pequeño y antes, cuando aún estabas en mi seno.”Acurrucarse bajo una suave mantilla dejando que nos venza el sueño.

Como el alba en un día claro. Paredes en malva y el techo blanco. Una habitación vacía solo un biombo ocultando una esquina ¿Qué habrá en el otro lado? Tal vez un espejo muy grande al que enfrentarnos disimulado tras una pared de corcho blanco que deberemos romper con toda la fuerza para poder encontrar nuestro propio reflejo. Una caja muy pequeña donde encerrar un gran dragón o un dragón pequeñito. Una botella vacía para apresar al genio durante mil años dormido pero no muerto. O mejor, darles la libertad, dejarlos volar.

Hilos invisibles sujetan esferas de oro con una distribución perfectamente estudiada pero nosotros podemos cambiarla mientras dejamos que círculos concéntricos salidos de nuestro interior vayan creciendo, creciendo hasta que sea tan fuerte el resplandor que nos oculte y solo seamos luz ¿Seremos capaces de darle a alguien una chispa de esa gran luz? Somos herederos del Sol y nuestro propio sol ha sido puesto al descubierto. Sentados en el suelo, relajados, con la espalda derecha, oyendo una bella melodía ¿Estamos dispuestos a escuchar? Coronas y anillos, capas doradas sacos enteros de monedas y oro en polvo. ¿Qué haremos con tanta riqueza?. Es toda nuestra.Una ventana grande orientada al mediodía hará que coincidan los rayos del Sol con nuestro pequeño sol.

Podría ser una casa encantada podría ser que existiera en cualquier parte podría ser que yo la hubiera creado en este instante y, desde ahora, sirviera para curar todos los males.

01 mayo 2015

Mis cosas

Algo azul o rosa, una planta muy verde, viva, un ramito de olorosos jazmines, mi rayo de sol favorito atrapado en un anillo, la luna grande, redonda, blanca, como mis mejores sueños, el mar con su sonido de vaivén eterno, el aire transparente excepto cuando mueve un remolino por el que me dejo envolver y vuelo ligera. El anaranjado-rojizo en el atardecer porque alguien hizo ruborizar al gran astro que tímido se escondió detrás de las islas....

Y luego, todo empieza o todo acaba y, por fin, me he soltado y he dejado ir. Soy libre, violeta de oscuro a claro, ya casi malva.

¿Qué más puedo pedir?

Dejarme llevar por la sensación del instante, disfrutar de cada brizna de hierba ¡y mira que hay hierba! Está repleto el jardín.

Llega un perrito y saluda, es aún un cachorro, no tiene malicia. Igual que los cachorros humanos: juegan, ríen, investigan los alrededores, tocan todo lo que encuentran. A mí se me quedó el tacto seco y rugoso de la piedra sin pulir o el más agradable de los cantos rodados. Los troncos a los que les ha salido musgo o pequeños líquenes. Las algas vivas flotando y admiro todas las huellas que quedan en la arena y que permanecerán hasta que el agua las alcance.

Y la noche siempre mi asignatura pendiente: no sé diferenciar las constelaciones, las estrellas, no sé sus nombres... solo las siento temblar y distingo algunos de sus colores, pero presiento que me sonríen tal vez burlándose porque apenas alcanzo el conocimiento que quieren transmitirme y sueño bellos paisajes, arquitecturas imposibles, costumbres y oficios increíbles y siempre, siempre, me llegan sonrisas dulces y eso es todo porque aún no es mi tiempo de llegar o de regresar o de tener un encuentro estelar que transformaría mi vida.

Ahora mismo ensoñaciones, anhelos: luces, colores, sonidos nuevos, todo a estrenar, listo para probar e ir creciendo pero aunque queramos nada es totalmente nuevo porque existe en otro lugar, en otro tiempo y nos llama, se hace ver y nos lo podemos traer, disfrutar, entregarlo a más personas, Porque hay cosas que son nuestras, simplemente las dejamos olvidadas en otras dimensiones y ahora es el momento de recuperarlas.

Sí que podemos eso sí que no es un cuento. Les ha pasado a todos los inventores, los científicos, los pioneros, los artistas. Ellos no son algo especial, todos podemos, pero hay que quererlo, desearlo, incluso sufrir por ello. Tratar siempre de ir más allá.

Así que traeros una estrella a casa, un rayo de sol, inventad algo nuevo. Os dejo una receta:

Mezclar a partes iguales un chorrito de ilusión y otro de deseo

El color del atardecer y un rayo de luna llena

Un cuenco grande de polvo de estrellas

El olor que más os guste

El sabor de un beso tierno

La sensación de un abrazo

Mezclar todo despacio y añadir algo especial

vuestro ingrediente secreto

Probad enseguida para ver cómo quedó

El resto guardadlo en el corazón

e ir enviando poco a poco

según creáis que es el momento.

Espero que os sirva y si no haced otra receta vosotros y enviádmela por favor, me gustaría empezar una colección llena de inventos, deseos, sueños.

21 abril 2015

Érase una vez un cuento

Érase una vez un cuento que aún no había sido escrito o contado.

Los personajes se deslizaban como sombras en un lugar que cambiaba constantemente: un bosque tenebroso poblado de sonidos siniestros, una maravillosa playa tendida al sol de invierno, una casa concreta y coqueta adornada de flores y plantas hermosas, un jardín minúsculo en una sopera vieja....pero todo aquello no tenía ningún sentido,. No era más que una ernorme caja con las pequeñas piezas de un puzzle.

Pero de pronto surgió un camino, un sendero real con tierra seca y dura de un color amarillento, como toda la de aquella zona. Levanté la vista, bordeandolo a uno y otro lado naranjos ya cuajados de frutos y su simple visión hizo que mi corazón se sintiera mejor, podía andar hasta donde parecía converger y se cerraba ¿qué habría después?

Me ví y sentí como la niña que era, corrí, había que averiguar qué había, deprisa, deprisa. El corazón repiqueteaba en el pecho y, como un eco, oí una campana que sonaba alegre y seguí corriendo. La pequeña capilla de piedra me llamaba. La puerta estaba cerrada y en uno de los tres escalones de la entrada una mujer mayor estaba sentada

-¿Que quieres hacer? -me dijo

-No lo sé muy bien, pero ya que he llegado hasta aquí me gustaría entrar, saber que hay ahí

-Está bien, pero para encontrar la llave primero tendrás que responderme a unas preguntas

Pensé que era muy pequeña y seguramente la señora sabía muchas más cosas que yo ¿como iba a responderle? Pero, con bastante asombro, me oí contestarle:

-Lo intentaré, pero que no sean muy difíciles-

.Vamos allá -dijo con una sonrisa alentadora- Dime tres cosas que te gustaría encontrar ahí adentro-

¡Que fácil! -pensé- tenía muy claro lo que quería

-Quiero encontrar un tesoro para ir por todo el mundo y no tener nunca que preocuparme de cuanto dinero valen las cosas. Quiero ver y abrazar de nuevo a todas las mujeres de mi vida que ya no están y quiero que me muestren el sendero cierto, el que solo es mío y quiero hacerlo con Amor y en compañía

Está bien. Concedido-

Miré fijamente la puerta pensando que se abriría y al ver que no, me giré, pero la señora mayor ya no estaba. Bastante desilusionada me senté yo también, estaba a punto de ponerme a llorar, pensaba: “No he llegado hasta aquí para ésto, tiene que pasar algo más”

Me quedé en silencio, con los ojos cerrados y escuché un momento: Nada. Pero empecé a sentirme muy a gusto, mi corazón de nuevo latía alegre y la campana volvió a sonar como para anunciarme algo. Luego, oí la voz de la señora que decía dulcemente:


Desde siempre has tenido la llave. Úsala

Un suave tintineo pendía de mi cuello: dos pequeñas llaves, una de oro y otra de plata. Me levanté de un salto, había dos cerraduras, metí arriba la de oro, debajo la de plata y la puerta se abrió. Dentro había tanta luz que era imposible ver nada. Pero sí, allí estaban y una por una me dieron el regalo que estaba reservado para mí.

Mi madre me dio un abrazo largo, apretado y me dijo:

-Te regalo la Paciencia de la que siempre has estado escasa y te deso un buen compañero que te alegre y endulce tu vida-

Mi madrina me dió Alegría profunda y me dijo:


-Acuérdate del sombrerito que te regalé cuando necesites inspiración

Mi abuela materna me abrazó muy fuerte:

-Siempre podrás alimentar a los tuyos de forma sabrosa y abundante

Mi abuela paterna:

-Nunca escondas tus sentimientos, expresa todo lo que siente tu corazón .... y de postre ¡arroz con leche!

La tía Isa me dió un cofrecito lleno de monedas de oro y joyas:

-Esto es lo que quieres, yo te lo doy, pero recuerda que a mí no me sirvió

-Te regalo mi bata color rosa -dijo Belén- Tu sabes llevarla, pero acuérdate de expresar la rabia o la ira porque ya ves adonde puede llevarnos

Mis amigas también estaban allí. Pas vino cantando un trozo de zarzuela:

-Canta, no te olvides de cantar ni un solo día. Para ti y para los demás-

-Me verás de nuevo – dijo Margot- De alguna forma nos comunicaremos-

Un rayo blanco abrió la pared de piedra y el sendero apareció de nuevo, estaba bordeado de pequeños setos en flor. Los pájaros volaban a mi alrededor y yo, como siempre, tenía ganas de echar a correr, pero la voz de la señora mayor me dijo:

-No hace falta correr para llegar a ningún sitio, porque ya estás donde tienes que estar. ¿Lo ves? Él está allí y te acompañará durante todo el camino. Sueña la felicidad, la abundancia, la paz, comparte lo que es más tuyo, tu verdadera esencia, lo que posees como un manantial inagotable y disfruta de todo lo que la Vida tiene reservado para ti.

Entonces vi a la señora:: era una joven muy hermosa y sentí que nos unía un vínculo muy especial.

-Así es -dijo al oír mis pensamientos- Sabes desde hace tiempo que estoy contigo y que siempre será así.

Nos abrazamos y luego caminé tranquila hacia mi destino.

13 abril 2015

¡Que ganas de llorar!

¡Que ganas de llorar! Aunque sea Primavera, luzca el sol, aunque mi salud sea buena, mis hijos estén bien, mis sueños vayan por buen camino...

¡Que ganas de llorar! Como si tuviera una pequeña compuerta cerrada con cien llaves para que no fluya, no desborde, no deje encharcada mi cara o vaya a destruir las pequeñas plantas que están recién sembradas.

Dicen que el llanto limpia el alma y eso es lo que necesito: limpieza a fondo, hasta lo más profundo. Deshacerme de los recuerdos que me hieren, de las nostalgias tan fuertes que siento que me romperé y nada ni nadie podrá volver a unir los pedazos, como una hermosa vidriera esparcida en mil colores.

Tal vez penas de amor, pero de amor por mí misma porque ahora me doy cuenta que no me he sabido querer en toda mi vida. Ahora estoy en un gran cambio, todos lo estamos, pero a mí, como suele pasar, me duele más el mío.

“Cada palo que aguante su vela” y parece que yo fui un gran barco y aguanté todas las velas.

No me quejo, aunque lo parezca, porque estoy segura que en esta nueva vida que ya empecé habrá personas, cosas, circunstancias muy hermosas y sabré apreciarlas porque, a pesar de todo, siempre he tenido una sonrisa y he tratado de que creciera, que se hiciera más franca, más grande, incluso hasta llegar a una risa abierta, espontánea aunque al principio fuera algo forzada.

Cierre de ciclo, despedida, todo se queda atrás y no pienso volver la vista.

¡Adelante, siempre adelante!. Despedir a los muertos con gratitud, con amor, con un “Hasta la vista” y a los que murieron aunque aún vivan, casi lo mismo: “Te deseo lo mejor, pero soy libre. Vete en paz y libertad donde tengas que ir que yo me quedo en el lugar que elija rodeada de Amor, Alegría, Abundancia”

Y aquí estoy: “Señora póngase estas gotas, son un sustituto de las lágrimas naturales”. Cuando me lo dijeron pensé que ya había llorado bastante y que ya estaba bien, había agotado el cupo. Seguramente por eso ahora sí tengo muchas ganas de llorar pero no sale ni una gota de líquido.

Acabo de darme cuenta, hoy es Domingo de Resurrección, ya todo pasó. Gracias porque, lo que fuera, estuvo en mi vida dándome lecciones tristes o maravillosos momentos, pero ya fue. Ahora me pongo en camino con la inocencia, la curiosidad y el asombro de una niña que tiene mucho por delante y ninguna mochila a la espalda porque ya no la quiere cargar.

Tal día como hoy nació mi primer hijo y ahí sí que habría que diferenciar ese otro tipo de lágrimas: de emoción, de intenso amor, de alegría... Si algún día consigo llorar espero que sea por algún motivo así.

06 abril 2015

Inspección primaveral

Por fin, después de varios días de lluvia, el sol se asomó tímidamente pero lo suficiente para que, en la aurora, las nubes fueran color rosa y el Caminante del Cielo se presentara por sorpresa. Era la primera vez que lo veía aquí, en mi tierra de origen, donde nací y en ese momento pensé que tal vez de niña también lo vi pero no lo recordaba en absoluto.

Con el pico de su manto se tapaba la garganta y buena parte de la cara, solo se le veían los ojos que me miraron tranquilos aunque yo sabía que, como siempre, llevaba mucha prisa. Pero la sorpresa todavía no había terminado, con voz amable me dijo:

-Te acabas de despertar y aún no te has dado cuenta pero hoy es el primer día de Primavera, te ofrezco venir conmigo a la Inspección ¿quieres?

La verdad no me tomé ni un segundo en pensarlo y tal como estaba, en pijama, contesté:

-Por supuesto. ¿Dará tiempo a que me vista?

-Eso nunca ha sido ningún problema. Y trazando una espiral con su bastón de oro me vi con unos ropajes muy similares a los que él llevaba. No dije nada pero debió notar algo extraño y me obsequió trazando de nuevo en el aire y esta vez si me vi con un pantalón muy cómodo, calzado deportivo, una camiseta color verde y una gruesa chaqueta con capucha, lo que agradecí porque por aquellas alturas, decían, siempre hacía más fresco.

-Bueno -dije cuando ya estábamos en pleno vuelo- ¿me explicarás qué es eso de la Inspección?

-Mejor lo ves por ti misma, enseguida llegaremos

Decidí no importunarle y guardé silencio mientras iba admirando los bellos paisajes desde arriba.

Aterrizamos en un frondoso bosque formado por castaños y robles y vimos antes de aterrizar como ya muchos gnomos se habían reunido en un claro.

Me resultó divertido que, al mismo tiempo, todos dijeran:

-Buenos días Caminante. Bienvenido. Y algunos, con gran curiosidad y en voz muy baja preguntaron: ¿Quien es la chica?

-Una curiosa como vosotros. Alguien a quien conozco hace tiempo y siempre me está preguntando sobre mis funciones y viajes, así que decidí traerla de forma que lo vea por si misma en lugar de preguntarme cada vez que me ve.

El Caminante es así -pensé- sin duda un gran Ser pero algo cortante cuando habla y da la impresión de que la mayor parte del tiempo está de mal humor.

Había olvidado que la mayoría de estos Seres leen el pensamiento, así que lo que recibí por mi comentario fue una pequeña descarga de su bastón que me produjo cosquillas y me puse a reír a carcajadas, contagiando a todos los demás y sin poder parar,

-Como veis -dijo- no debéis juzgar a los demás y las manifestaciones de cualquier sentimiento, deben ser en su momento adecuado, porque todos os habéis sentido ridículos por no poder tener el control de vuestra risa que era totalmente inapropiada. Y ahora vamos a lo nuestro.

Los gnomos le fueron explicando todos los pormenores de sus tareas: si los árboles crecían sanos y fuertes, si las nuevas plantas estaban brotando bien y en los lugares adecuados, si el pequeño riachuelo traía suficiente agua para que pudieran beber los animales y si estos estaban naciendo en el momento previsto y sin problemas.

Cuando se presentaba algún inconveniente, el Caminante iba en persona a solucionar cualquier circunstancia que pudiera surgir, dejándome que lo acompañara y explicándome lo que resultaba mejor para cada caso y, por supuesto, empleando su bastón de oro que para eso era su principal herramienta.

Ahí pude comprobar que era amable, cariñoso, servicial e impecable. Me dijo:

-Cualquier cosa que hagas, desde la más sencilla hasta la más complicada, debes hacerla poniendo toda tu atención, de forma que quede perfecta en el primer intento, porque si la haces mal y tienes que repetirla será un gasto de energía y pérdida de tiempo que podrías haber evitado de haberlo hecho bien. ¿Entiendes?

-Sí, creo que si

Al mediodía todo estaba terminado. Los gnomos se despidieron muy amablemente y me regalaron un puñado de semillas por si quería probar y ver en qué especie de planta se convertirían. Les di las gracias esperando que todas fueran flores, de todos los colores, formas y tamaños, porque siempre me han gustado mucho.

El Caminante me dijo que otro día repetiríamos la experiencia y que ahora tenía mucha prisa y no podría acompañarme de nuevo hasta mi casa.

Me quedé perpleja y pensé: “¿Y ahora cómo hago para volver?”

Y esta vez fue él quien rió muy a gusto ¡la primera vez que lo veía reír!

-¿Preparada?

-Sí – y no sé porqué cerré los ojos con fuerza

Y cuando los abrí de nuevo estaba en mi casa, con mi pijama puesto y mirando por la ventana.

Levanté mi mano en señal de saludo y pensé: “Muchas gracias, que tengas buen camino y espero de verdad volver a acompañarte” “Así será -oí-y su sonrisa flotó en el aire durante toda la mañana.

01 abril 2015

El reloj

Estábamos a punto de entrar de la mano en ese otro espacio-tiempo. Tú no estabas muy convencido pero yo sonreí y te dije:

-¿No irás ahora a tener miedo, verdad?

Y prevaleció aquella vieja creencia de que los hombres son muy valientes, no lloran y, por supuesto, nunca tienen miedo.

Nos fuimos a otro país, a otra época hacia atrás, pero seguíamos estando juntos: tú como un gran empresario, bien vestido y calzado y con una apariencia física muy similar a la de ahora, pelo negro, ojos oscuros, más o menos la misma estatura, bigote (eso sí me extrañó)... Y yo, tu secretaria. Aún se llevaban las faldas por los tobillos, las blusas muy entalladas. Mi piel blanca y unos expresivos ojos azules, pelo color ámbar. Pasaba horas escribiendo en aquellas máquinas antiguas de pulsación muy pesada, ruidosas y la mía algo destartalada.

Cada día me llamabas a tu despacho y a mí, antes de llamar suavemente en la puerta, se me disparaba el corazón e incluso hacía el gesto de llevar mis manos al pecho, como queriendo tapar el rápido latido, temiendo que se notara.

Me sentaba en una silla con la espalda muy derecha y tomaba notas para luego escribir cartas, llamar a tal o cual persona, buscar recibos, hacer anotaciones en distintos libros de contabilidad.

Cuando terminábamos, me mirabas a los ojos y ellos también sonreían. Yo quería evitarlo pero siempre me ponía roja, bajaba la mirada y eso hacía que tu amable sonrisa se convirtiera en una aún más amplia.

-Señorita Valcárcel eso es todo por ahora, puede retirarse.

-Si señor -balbucía yo- a sus órdenes.

Y así pasó el tiempo: un año y otro y otro.

Un día me desperté y pensé que no podía continuar así, era evidente que él no sentía nada por mí o, después de tanto tiempo, ya se hubiera decidido a decirme algo, cualquier palabra, cualquier gesto... pero no: él era D. Antonio Ribera Muñoz, propietario y director de Hierros Ribera, una empresa grande que aportaba buenos dividendos, con sucursales en varios estados mexicanos y yo su secretaria, que había cometido el error de enamorarme y ya era incapaz de verlo todos los días sin ninguna esperanza de que el tipo de relación cambiara.

Antes de conocerlo también había trabajado en la pequeña empresa de hilados que tenían mis padres, ya heredada de los abuelos paternos. Había querido independizarme y lo conseguí aunque con gran disgusto de mi padre que estaba seguro de que yo dirigiría todo aquello cuando él se jubilara. Había pasado allí diez años aprendiendo a fondo cómo funcionaba cada sección, el trato con proveedores y clientes y viendo también los defectos que no conseguía que entendiera mi padre para que todo fuera mejor y diera mayores beneficios.

Pero ahora había decidido establecerme por mi cuenta muy lejos de allí, en una tierra que decían era bella, con buen clima y que parecía lo mejor para mí. El problema, como suele suceder, era cómo conseguir que alguien me apoyara económicamente para empezar el negocio.

Visité la ciudad y encontré unas naves muy grandes que serían perfectas para mis propósitos. Me sentía llena de ilusión, de esperanza, tenía la seguridad de que lo lograría y podría devolver en muy poco tiempo el capital que me dejaran.

Pregunté en varios bancos, pero yo era una mujer soltera, no tenía ningún bien que hipotecar, ni nadie que me avalara (A mis padres ni siquiera les había comentado el tema, quería conseguirlo por mí misma). Por ese lado era imposible.

Y aquel día, primero de febrero de 1894, llamé como tantas veces a la puerta del despacho de D. Antonio, y muy resuelta le conté mi proyecto y también mis fallidas conversaciones con los bancos.

Cuando terminé se produjo un silencio muy intenso y contuve la respiración esperando una respuesta.

-Está bien -dijo- ¿de cuanto dinero estamos hablando?

-Pues tengo que ir allá de nuevo, saber si me rebajarían el precio de las naves, el costo de los telares, hacer una división para la oficina y amueblarla, hablar con proveedores. Pienso que para que de verdad funcione, necesitaría unos veinte operarios y luego, si prospera, que estoy segura de que sí, se podría exportar o montar anexa una fábrica de confección o ampliarla y experimentar con otro tipo de tejidos más modernos, o....

-No se esfuerce, estoy casi convencido y, por lo que veo, no tiene muy claro cuanto dinero necesita, ni que tiempo tardaría en devolvérmelo

-Eso es bien cierto -dije muy desalentada

-Le propongo algo: puedo acompañarla en su viaje y, tal vez mi ayuda le sirva ya que, aunque son negocios bien diferentes, puede servirle mi experiencia.

De pronto sentí que podía conseguirlo y casi grité:

-¡Sería magnífico contar con su ayuda y consejos! ¿Cuando cree que podríamos salir?

-Es un viaje largo y será algo pesado, pero mi chófer puede llevarnos y así será más cómodo porque podemos ir parando. Déjeme ver - hojeó su agenda que siempre estaba sobre la mesa- Si usted está de acuerdo, podría ser la madrugada del próximo miércoles. Llévese alguna ropa de abrigo porque allí suele ser algo más frío y tenga en cuenta que haremos noche en cualquier hotel que nos convenga

-Si, si, no sabe cuanto le agradezco, seguro que el lugar que elegí le gustará y verá las grandes posibilidades que tiene.

Y aquel viaje se convirtió en algo inolvidable en todos los aspectos. Hablamos muchísimo de todo y por primera vez no me sentí como el jefe y su secretaria, sino como dos personas con una gran afinidad que se entienden tan solo con mirarse.

Antonio (porque a partir de ahí empezamos a tutearnos) me prestó una gran suma de dinero porque pensó que sí era una buena oportunidad, un buen negocio, con el que podría darse una gran expansión y, lo más importante, confiaba plenamente en mí para dirigirlo.

Yo pensé que había sido muy generoso y las condiciones para devolver el dinero eran muy fáciles, como mucho cinco años serían más que suficiente para saldar toda la deuda.

Seguía amándolo profundamente pero sabía que jamás me atrevería a decírselo.

Una vez que me instalé a las afueras de Puebla me sentí feliz y, a pesar de que trabajaba muchas horas, sentía que eso era lo que quería, lo que siempre había deseado.

Cada semana hablábamos por teléfono y a veces nos escribíamos largas cartas compartiendo, sobre todo, la marcha del negocio que iba muy bien.

Hasta que un día, levanté la vista y allí estaba, al otro lado de mi mesa de despacho. Sonrió y me dijo:

-Ya no podía pasar más tiempo sin verte, ya no son suficientes las cartas o las llamadas.

Luego sacó una cajita del bolsillo y me dijo:

-¿Quieres casarte conmigo?

No podía contestar: había sido tan inesperado, tan emocionante, tan.... solo sentí como las lágrimas más dulces de mi vida resbalaban por mi cara. Fue nuestro primer beso

Me colocó la sortija que traía en la cajita y cuando por fin me fui recuperando, yo también saqué de un cajón del escritorio un sobre con una nota:

“Con todo mi amor, para que midas el tiempo que necesitas para encontrarme”

Yo sabía que le gustaban así: era un reloj redondo, con tapa, de plata y con una larga cadena, de aquellos que los señores llevaban en un pequeño bolsillo en la parte baja del chaleco.

-¿Cómo sabías que me gustan así y que quería que me regalaran uno? Tenía que ser regalado – dijo muy asombrado

-Fíjate en la fecha que hice grabar dentro

-16 de mayo de 1894. Pero ese fue el día que vine para acompañarte en la inauguración de la fábrica. ¿Ya me amabas?

-Sí, desde siempre y tenía la esperanza de que te dieras cuenta de que tú también me amas

Después salimos de la regresión igual que habíamos entrado, de la mano. Nos abrazamos, nuestras lágrimas se mezclaron y, cuando pudimos hablar, agradecimos al Universo el habernos encontrado otra vez.

28 marzo 2015

Entrando al corazón

Es una de esas terapias que yo hago a los demás pero ¿quien me la hace a mí?

¿A quien llevo yo en mi corazón?, está bien ahí o ya pasó su tiempo y debo, amable y amorosamente, decirle que ya tiene que irse, que no es su lugar, que en mi casa-corazón solo puede estar quien yo permita, porque ese es mi verdadero espacio, mi hogar, sea dónde sea que esté, más auténtico y mucho más fuerte que si fuera de piedra o de ladrillo. Donde puedo sembrar plantas o árboles que solo tardan segundos en crecer desde que se introduce la semilla en la tierra hasta que alcanza su máximo esplendor y que, además, vibran en color y su materia es luz.

Eso sí, yo también participo cuando ayudo a otros, veo lo que ven y me adelanto a lo que va a suceder. Me pongo muy firme y les insisto en que ya es tiempo de que los dejen marchar, envueltos en amor, al lugar dónde les corresponda.

¿Y el mío, cual es mi lugar?

Todas las noches pido que me acompañen a un paisaje lleno de belleza, de armonía, dónde me sienta plena, feliz, o que anticipen mis vivencias, las escenas que viviré en breve o que se cumplan mis deseos más preciados aunque sea en esa dimensión etérea.

Y sí, a veces me despierto alegre, vital, aunque no recuerde qué sucedió o me queden solo las últimas imágenes que se producen justo antes de despertar y que no me aclaran mucho.

Pienso que, tal vez, ya había alguien en mi corazón cuando nací, esperándome para darme la bienvenida o simplemente para asegurarme que, sucediera lo que sucediera, siempre estaría ahí hasta que terminara esta vida y justo antes de empezar otra o seguir también conmigo en una nueva

¿Amor incondicional eterno, sin fecha de término, sin marcar siglos o milenios?

“Si no lo ves – se dice en algún manual de los que utilizo- puedes imaginarlo, sentirlo. Pon la intención, créelo y funcionará”. Y, lo más asombroso, es que sí funciona.

No, no he perdido la fe, creo que sigue intacta porque confío en que están ahí, no sé si dentro, pero sí a mi lado, a veces hasta puedo sentir su abrazo convertido en una suave brisa llena de una esencia precisa, concreta.

-Sé quien eres. Ahora te has movido y estás a mi derecha y sonríes. Me abrazas.

Te quiero -digo

-Sí, lo sé, yo siempre te he querido, hace siglos milenios. Hemos estado juntos en todas las edades conocidas de la Tierra y más atrás aún cuando llegamos de otros planetas, cuando no habíamos olvidado que podemos entendernos sin palabras, que podemos viajar sin vehículo físico, que podemos traspasar un millón de umbrales que nos llevan adonde queramos ir, muy lejos o muy cerca de nosotros mismos.

Mi emoción desborda en forma de tranquila lluvia, tibia, relajante. Y la vida sigue después de ese pequeño y bello instante.

-Que siempre pueda percibir toda la Belleza que hay a mi alrededor.

Y eso sí me lo cumplen cada día.

Conmigo son respetuosos, serenos, sabios y con gran sentido del humor y su Amor de verdad mueve montañas, pero no fuera sino dentro de mí, de ese corazón que ha crecido con el tiempo y parece que unas veces, las mejores, va a desbordar, abarcando todo y a todos, mientras que otras se cierra y no hay forma de entrar. Y entonces me encojo, me doblo sobre mí misma, en posición fetal le llaman, pues sí porque cuando algo nos duele mucho queremos volver a esa Madre que nos parió una y otra vez, nos alimentó, protegió, amó, hasta que en el día y la hora exacta estuvimos dispuestos a salir a este mundo o a otros, o a que nos sacaran que nunca fue lo mismo.

Y nacimos con nuestro pequeño corazón latiendo muy rápido porque había mucha prisa en conocer la nueva vida que habíamos querido y que esperaba tierna a que la estrenáramos, acogiéndonos, bendiciéndonos, al menos los primeros tiempos, medidos por el calendario vigente según el lugar que hubiéramos escogido: lunar, solar, o....

Pero ahora pienso que nuestro único ritmo es el nuestro, que a nuestro corazón no le importa mucho si es invierno, verano, de día o estamos durmiendo.

¿Ese será también el latido de la persona o personas que llevamos dentro?

No importa, divagaciones sin más, pero yo siempre he sido muy curiosa y hoy mismo, me respondan o no, voy a preguntar a quien verdaderamente llevo en mi corazón que, como casi siempre, está abierto.

Primeros días de Primavera de 2015

20 marzo 2015

El lobo

Llegó el lobo y sopló, sopló y la casita derribó, porque era de paja, muy floja, muy débil, poca cosa, además no había nadie, el único habitante había huido a tiempo.

-No hay victoria ante un enemigo tan pequeño, merezco un reto más elevado.

Buscó otra casa y sopló, sopló, sopló y las maderas de las que estaba hecha salieron volando y se perdieron a lo lejos. El único habitante también esta vez había salido corriendo.

Y los tres, dice el cuento, se refugiaron en la casa del hermano mayor, que la había hecho a conciencia con buenos ladrillos, cemento, una puerta de madera maciza, ventanas entalladas en hierro y hasta una chimenea muy alta le había puesto.

-Esto sí es un buen reto -dijo el lobo- está claro quien vencerá.

Y sopló, sopló, sopló, se tomó un respiro y lo intentó de nuevo. Salía humo por la chimenea, se subió al tejado y olía muy bien, casi le dieron ganas de hacer las paces y pedir que para celebrarlo lo invitaran a comer ¿qué mejor forma de formalizar un acuerdo? Pero ¿cual sería el acuerdo?

No lo tenía muy claro: ¿prometer no atacar nunca más? y de pronto se le ocurrió que para qué hacer las paces y quedar realmente como un perdedor. Acababa de dar con la solución, le iba a dar mucho trabajo pero merecería la pena. Buscó tablones gruesos, un gran martillo y muchos clavos largos y fuertes. Pensó incluso en llamar a otros lobos, pero no, el mérito sería solo suyo.

Primero pondría unos cuantos de forma que la puerta no pudiera abrirse desde dentro, como si fuera una gran llave los encerró dentro de su propia casa. Luego subió al tejado y también tapó la chimenea (si había suerte morirían asfixiados) y por último hizo lo mismo con las ventanas.

Se acabó el problema -pensó- y como si ya hubieran muerto, tuvo la osadía de plantar unas flores en la entrada. Luego se fue a echar una buena siesta debajo de un frondoso árbol y se durmió satisfecho.

Pero claro, el cuento no podía terminar así porque ganaría el malo y a mí me gustan más los que acaban bien, esos en que los perdedores, armados de inteligencia, se unen y vencen porque la justicia está de su lado. No la justicia pequeña y pobre sino la que se ha ganado a base de muchos años de sufrir palos, no en la espalda, en el reprimir las buenas ideas, que casi es peor que estar atados de pies y manos.

Entonces, uno de los tres que habían sido acorralados, dijo:

-¡Que ingenuo el lobo! Será muy grande y muy negro, pero es uno solo

Primero comieron que la comida estaba muy rica y, a pesar del miedo que sentían, no se había estropeado.

Luego escucharon, parece que el animal ya se había ido, probablemente estaba muy tranquilo celebrando su victoria. Ah, pero la historia aún no había terminado:

tenían una buena escalera en la casa y madera para encender el fogón, se fijaron en cual de ellos estaba más delgado y ese subió por el tiro de la chimenea con varios troncos, les prendió fuego y bajó corriendo. Al pie de la escalera se quedaron los tres esperando el resultado y sí el fuego prendió en el tablón que tapaba la chimenea y aunque tardó un buen rato en consumirse, dejó un hueco suficiente para que pudieran escapar por ahí.

Ya era de noche, el lobo, muy tranquilo, seguía durmiendo al pie del frondoso árbol. Los habitantes de la casa se fueron corriendo muy deprisa, tal vez nunca volverían al lugar de su nacimiento, pero eran libres y tenían buenas piernas, se sintieron muy contentos.

Se avecinaba una gran tormenta y ¡que casualidad! un rayo cayó justo en el árbol bajo el cual el lobo dormía y....

Que cada cual termine el cuento como más le guste. Mirad al cielo, para mí que esa noche muchas estrellas sonrieron.

Vigo, 17 de marzo de 2015

15 marzo 2015

Bichos

6,45 de la mañana, La Habana. Entro en el baño provista de mi toalla con la intención de ducharme. Supongo que por costumbre dentro de la ducha hay una escoba con base y mango de madera y ese día, justo encima, una lustrosa cucaracha de piel negra y brillante. Pienso que tengo dos opciones: chillar en plan histérico, pero es demasiado temprano y asustaría al personal, o bañarme con ella en plan colegas. Opto por lo último, abro el grifo con la aprensión de que se me suba a los pies, pero no, se esconde detrás de la escoba con lo cual desaparece de mi vista.

No vuelvo a verla en los días siguientes por lo que pienso que a lo mejor ha sido producto de mi imaginación calenturienta, pero el dueño de la casa me dice:

-Esta mañana he visto una cucaracha corriendo por el pasillo

Sonrío y le cuento mi historia además de sentir que mi salud mental sigue intacta.

De paso recuerdo otra anécdota:

El marido de una de mis primas, en Alicante, se echó a dormir la siesta en una mecedora al aire libre y poco después se levantó dando gritos y buscando frenéticamente una botella de cualquier licor con mucho contenido en alcohol.

Se había quedado dormido y una cucaracha se le metió en la boca. Estuvo enjuagándose como un mes y aunque el animalito no le había hecho nada, supongo que lo que sentía era el asco de recordar esa sensación.

Cuba, por su clima húmedo y caluroso, propicia el que plantas y árboles crezcan exuberantes y llenos de vida, al igual que bichos de todas las especies conocidas y, algunas, desconocidas para mí. Simplemente, te sientas y observas montones de insectos. Una noche hubo una invasión de hormigas voladoras y por primera vez vi que si pones un recipiente con agua debajo, acuden al reflejo y quedan en el agua.

No solo insectos, claro. En el techo de mi cuarto una lagartija se paseaba por el techo y en una oficina estatal, la empleada se quejaba de que las chinches se acomodaban en las costuras de su chaqueta de tela.

En la clínica adonde acudí a darme unas terapias, un día la administradora empezó a gritar y hacer gestos sacudiendo las manos porque un alacrán acababa de picarle entre los dedos pulgar e índice producíendole el consiguiente dolor.

Por supuesto moscas y mosquitos “salvajes” que vinieron, como de costumbre, a saludarme TODOS. Abejorros enormes, polillas...

Tal vez lo más sorprendente sea que a pesar de estar en enero, se veían algunas mariposas muy bellas.

No me gusta incluirlos en la categoría de bichos porque no me resultan repulsivos sino todo lo contrario.Vi varios colibríes, gorriones, palomas y unas aves grandes, oscuras, de grandes alas que se llaman aureas tiñosas, volando resultan magníficas aunque allí no tengan muy buena prensa porque son carroñeras.

En fin, he vuelto a la “civilización” y seguro que con la intención de darme la bienvenida, me ha visitado un mosquito, uno solo, pero con muy malas intenciones.

08 marzo 2015

Malú

Hola Malú:

¿Por qué todas las noches lloras bajo mi ventana?

No siempre lloro amita, es mi forma de expresarme, de hablar, pero sí es cierto que me siento sola, porque las otras perras son de otra raza, hablan otro idioma y no tenemos una buena comunicación.

Siento que tú me quieres, que me entiendes, oigo tu corazón y su vibración me dice que de verdad te gustaría llevarme contigo pero ¡está tan lejos!. Aunque me duela, lo entiendo.

Quiero contarte que, en las noches claras, a mí también me gusta mirar la luna cuando va creciendo y cuando ya está redonda y blanca, entonces puedo subir en uno de sus rayos y desde allí ir hasta el paraíso de los perros donde hay prados verdes para saltar, correr, revolcarse. Ríos de agua pura donde beber o bañarse, solo por disfrutar de la frescura porque no se siente hambre ni sed.

Ahí encontré a Lunita, la cachorra chiuaua que dejó el mundo físico y estará hasta que sus dueños pasen a recogerla. Nació débil, sin energía suficiente para enfrentar la vida, su tiempo se cumplió enseguida. Su mamá quería estar con ella, darle su calor, pero no la dejaron. En cuanto la pequeña murió, su madre se tranquilizó. dejó de llorar por ella porque sabía que ya estaba en un lugar mucho mejor.
 Ahora es feliz: corre, salta, juega, persigue a las mariposas y tiene muchos amigos. Es un poquito más grande de tamaño y en lugar de tener la piel negra con alguna manchita marrón, es blanca, aunque sus patas conservan su color original. Te envía saludos, sabe que puedes verla y que sientes la alegría que te transmite.

¿Con quien hablaré cuando te vayas amita?¿Quien me dará un trozo de boniato aunque no sea hora de comer? ¿Quien me envolverá en un abrazo y acariciará mi peluda cabeza?

Se que aunque te vayas muy lejos podremos comunicarnos. Yo te contaré mis historias tristes y por ti procuraré que entiendas que no siempre lloro, sino que mis gemidos son mi idioma y que, si te fijas bien, hay también cosas alegres, bonitas, tiernas.

Te quiero amita, acuérdate de mí cuando la luna esté redonda y grande, porque aunque cambie de color se ve igual desde cualquier lugar.

Hoy mis saltos son porque estoy contenta de haberte conocido.

                                    Guanabacoa (La Habana /Cuba)

05 marzo 2015

Tierra de aguas

El inmenso árbol guardando la entrada al cementerio viejo, lápidas acostadas, durmiendo al sol que todo lo purifica. El puente se extiende, los rayos se multiplican y cada uno se dirige a su lugar. La capilla blanca, tranquila, callada, testigo de algo que fue y ya no importa.

A la izquierda las casas cayendo hacia el valle como cascadas de diferentes colores, serias, pobres, avanzando hacia el fondo de tierra, rodeadas de exuberantes plantas que viven por si mismas, que nunca fueron plantadas. Hojas grandes, verdes, tímidas, flores violeta o rojas, grandes semillas dispuestas a abrirse e integrarse con la tierra para ser de nuevo, cada vez más fuertes, más sanas.

Tierra de aguas la llamaron los que vivieron antes y dejaron aquí sus huellas, perdidas cada vez que llueve, halladas cuando el sol todo lo seca.

Las doce en punto de la mañana ángelus. Pasa una muchacha de mirada triste con su hijo en brazos, su vida no es fácil pero hay que seguir, mantener la esperanza, su niño tendrá una vida mejor y, lo más importante, ese lazo que ella siente mientras protege su sueño, permanecerá intacto pase lo que pase. Ahora mismo tiene fuerza para los dos. Va sorteando los charcos, las piedras y ni siquiera siente el hedor del basurero donde los perros enflaquecidos buscan su alimento con audacia y miedo.

Dos drogadictos conversan a grandes voces sentados en el bordillo de la acera, comparten cigarro:

-Hermano, es lo que hay, pero mira, acabo de comprar este pan y estamos aquí disfrutando del sol y riendo.

Espero que llegue y sonrío: no ha sido capaz de contagiarme su miedo ni su profundo sentimiento de soledad.

Hace aire y pido que limpie y se lleve mis pensamientos. El azul intenso, las nubes de algodón que me enseñaron a leer mis padres:

-Esa parece la cabeza de un caballo, aquella un perro y ese pez parece que va a tragarse algo...

Recupero mi sueño de esta noche entre el ladrido de los perros, las voces, los dolores varios de mi cuerpo: “Cada cuarenta y cinco minutos debe usted levantarse, darse una vuelta y, si quiere, volver a sentarse”.

Se oyen los niños charlando en la calle, acaban de salir del colegio con sus uniformes: pantalón o falda mostaza, camisa blanca y los pañuelos al cuello que indican en qué grado están.

La vida transcurre detrás de la puerta cerrada, abro las ventanas pero la fuerza del aire las cierra con violencia.

Las doce y quince hora de conectar con las Esferas Superiores, hacer preguntas que ahora mismo me parecen muy importantes y que dentro de algunas semanas ya se habrán cumplido, o no, pero habrán dejado de tener importancia. Mantengo firmes algunas esperanzas durante años: se cumplirán y las alimento con imágenes, sonrisas, sentimientos ¡lo lograré, estoy a punto de lograrlo!


Todavía me enrabian algunas cosas ¿cómo se elimina la rabia?. La idea única de divertirse bailando en una discoteca, bebiendo ron y perdiendo la conciencia del momento, la huida del presente, el olvido de quienes somos.

Los huesos al sol totalmente limpios en contraste con los sentimientos ocultos, avergonzados y el miedo a que se suelte la lengua y digamos más de lo que queremos o sería conveniente. A media luz, gris y otra vez el miedo.

Con mi espada de luz azul corto cualquier pequeño lazo que aún me mantenga atada a algo que no quiero, a algo que detesto, a algo dónde pueda la nostalgia de cosas que pasaron hace mucho tiempo y ya no me sirven más.

Soy libre y aunque el aire las cierre de nuevo, abro las ventanas de par en par y dejo que el sol entre e ilumine hasta el más oscuro rincón, porque lo merezco.