24 diciembre 2015

Canción de Navidad



Llamó a los cristales con un suave aleteó y me dijo:

-¿Quieres venir?
-¿Adónde quieres llevarme?
-No preguntes, solo ven

Y volamos juntos atravesando la fina lluvia y después sobre las nubes blancas que nos tentaban para quedarnos.

Él se orientó por la posición del sol:

-Está un poco lejos, pero merece la pena

Veíamos pasar las cosas como se ven desde el cielo: pequeños pueblos blancos, ríos, campos perfectamente dibujados y seguimos más lejos, más lejos...Y así , volando y volando tardamos un día entero.

Al principio íbamos solos, en silencio, pero luego él empezó a cantar  una hermosa melodía y, como si esa fuera la señal, muchos más se nos unieron.
Aunque para mí era nueva, los otros parecían conocer  la canción y fue creciendo en volumen y bueno,  les gustaba oírla bien fuerte. Pensé: “van a despertar al mundo”. Y alguien, muy sonriente, contestó:

-Ah, que no te habías dado cuenta?. De eso se trata, de despertarlos. O, mejor aún, que usen sus propias voces y se sientan muy bien por ello.

Seguimos viaje. Nunca se me ha dado bien calcular cuantas personas puede haber en una sala, por ejemplo, y menos aún como ahora, cuando el espacio era inmenso. ¿Para qué contar? Éramos los que éramos, sin más.

Mi compañero, el que me había ido a buscar, dijo:

-Fijaos, ¿veis aquellas luces en aquel lugar tan pequeño? Allí es.

Hubo exclamaciones  de júbilo, de alegría pero también de desilusión, de desconcierto. Seguro que algunos pensaron: “¿Un viaje tan largo para esto?”

Yo no sabía muy bien qué pensar pero confiaba en mi corazón que, sin saber por qué, se había puesto a saltar. Y esta vez la melodía brotó de mí y fui la primera en avanzar. No me importaba si estaba sola o si alguien me seguiría....

Mi canción fue una señal, solo que esta vez fueron miles de estrellas las que se aproximaron y después vinieron otros tantos ángeles. Todos acompañamos a un pequeñito que acababa de nacer y que, sin duda, tenía algo especial porque él solo tenía mucha más luz que todos los demás juntos.
Llegaron también unos reyes sabios y explicaron que aquella luz tan fuerte era uno de los dones del niño pero que tenía otros porque había venido de muy lejos a enseñar que se puede vivir con Amor y Paz.

Y en ese momento, pasó algo extraño porque se produjo un gran silencio cuando el niño sonrió y aquella sonrisa nos abarcó, nos tocó uno por uno.

Eso ocurrió hace más de dos mil años y, lo más curioso, es que aún conservo aquella sensación y la melodía que después empezamos a cantar porque, aunque nunca la aprendimos, la entonamos todos juntos, surgiendo directamente de nuestra alma.

                                 Feliz Navidad 2015

1 comentarios (+add yours?)

Lyda Piaggio dijo...

Que bonita historia

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