10 enero 2015

Regalos del caminante

De nuevo el Caminante del Cielo llegó puntual, seguramente llevaba prisa, pero se detuvo sobre una nube rosada, me miró y me dijo:

-Hoy vengo a entregarte tus regalos de Año Nuevo

Mi sorpresa fue infinita. Ahora que me fijaba, sí llevaba un saco antiguo, de arpillera, atado en su parte superior con un cordón dorado. Sentía curiosidad y una gran alegría

-¿De verdad? - dije- Muchas gracias, déjame verlos

-Ah, parece que ahora eres tú quien tiene prisa. Bueno, a lo mejor no te gustan, pero todos tienen algo especial que en estos momentos te hace mucha falta y, te gusten o no, no te está permitido devolverlos.

-Seguro que están muy bien, los de “allá arriba” sabéis lo que nos hace falta y tenéis muy buen gusto -dije con toda la diplomacia que pude

-Está bien -dijo deshaciendo el nudo del cordón y abriendo más la abertura-. Tu misma ves metiendo la mano y sacando uno por uno. Si crees que no lo entiendes, te lo explicaré.

Sonrió alentándome y yo, un poco temerosa, busqué. La impresión es que todo estaba muy abajo y ese trayecto hasta que toqué algo se me hizo eterno

-Ah -dije- una bola de cristal de buen tamaño

-Mira dentro

Sí, había dragones, hadas, duendes, brujas, sirenas. Seres mágicos de muchas clases, ya conocidos y muy al fondo, un bebé de alguna especie que nunca había visto, que me sonreía haciendo muchos gestos para que me fijara bien en él

-Es un ser traído de muy lejos que si quieres, durante un tiempo, puede convertirse en una mascota, o mejor aún, contarte muchas historias del lugar de dónde procede

-Muchas gracias, parece que nos haremos buenos amigos

-Sigue, sigue, mete otra vez la mano

Esta vez era una pequeña fuente hecha con cuarzo verde

-Funciona con tu intención. Solo tienes que desear que salga agua y saldrá

El primer intento no fue demasiado bien. Sí se formaba una cascada pero la salida del agua era intermitente y muy lenta.

-Cuestión de práctica. Bebe toda el agua que puedas te hará bien y mantén en ti ese espléndido color verde para mejorar tu salud.

Mete otra vez la mano y recuerda que a veces lo que parece más pequeño es lo que tiene más valor

Saqué un saquito que era igual al grande, desanudé el cordón dorado y ahí estaba: un corazón de oro macizo que brillaba como queriendo decirme algo

-Así es, si escuchas tu corazón siempre tendrás la verdad. Éste es muy especial, llévalo contigo y verás como durante este año va creciendo.

-¿Hay algo más? Porque sabéis que es muy importante aunque por ahí no lo tengáis demasiado en cuenta.

El Caminante hizo un gesto y saqué una bolsa que pesaba muchísimo. Al abrirla comprobé que estaba llena de pequeños cantos rodados, bellos, pero...

-Eres tú quien se olvida siempre de utilizar la magia. Imagina, traza las espirales, ten la seguridad, la certeza, confía. Las cosas no son lo que parecen.

Obedecí pensando que tenía razón y... cada piedrita se convirtió en un trocito de oro, en una moneda antigua, en joyas.

Ahora sí todo había sido entregado

El Caminante sonrió y me dijo:

-El regalo que falta es que te des cuenta de que siempre podrás encontrarme en el amanecer estés dónde estés. En todos los países del mundo sale el sol y porque has sido capaz de descubrirme, te dejaré que algunas veces me acompañes y participes de mis viajes y aventuras. ¡Hasta la vista!.

Durante un momento me quedé allí, sosteniendo mis regalos y viendo como se alejaba deprisa como siempre.

El cielo ya era apenas dorado y muy blanco como correspondía a la fría mañana de invierno.

07 enero 2015

La niña de la nariz roja

Primer domingo del año: 4 de enero de 2015

Cuando me levanto en estas mañanas heladas y veo las ventanas siempre me producen la impresión de vivir dentro de una pecera, pero que apenas deja vislumbrar el exterior. Pequeños ríos de agua, gotas blancas de escarcha y al fondo el resplandor del sol que al menos anima y hace brillar todo a su alrededor.

“Hoy escribiré uno de los cuentos más bellos del mundo” -es, desde hace años, una de mis frases favoritas- Logro utópico, casi imposible ya que todas las culturas, las tradiciones de este planeta tienen hermosos cuentos surgidos de la tradición oral. Pero, como dice una frase que me hace mucha gracia: “Para los imposibles tardamos un poco más.”

No es sentarse y ya. Las ideas, las emociones, todo lo que nos rodea está ahí, esperando que las saquemos a la luz, escondidas en algún pequeño rincón caótico y a lo mejor ni siquiera quieren que les demos un orden, argumento o construyamos con ellas algo. Pero entrar en ese lugar siempre merece la pena.

Ahora hace un año que mi hijo menor creó este blog: Heroína de gelatina lo cual le agradezco mucho porque voy vertiendo ahí mis “cosas”. Tal vez no con demasiada frecuencia, él por ejemplo escribe casi a diario en el suyo, yo soy más de cuando me siento inspirada, cuando surge...

A veces resulta casi increíble porque son ellas, las ideas, las que me empujan a que las pase al ordenador y la historia resulta casi al dictado, como si tuvieran vida propia y lo único que hago es plasmarlo. Otras veces se bloquean, se paran, puedo tirar por varios caminos distintos... Sea como sea ahí quedan.

En esa fecha también explicaba un poco lo que quería decir Heroína de gelatina. Todo va cambiando, se transforma y ahora, un año después, a punto de emprender otro largo viaje, me siento más como La niña de la nariz roja. Una buena amiga me regaló una y descubrí que en cuanto me la pongo entro en la personalidad de una niña de cinco años mas o menos, hablo como tal, me muevo y he creado pequeños monólogos para distintas ideas. Mis “ataques de timidez” han remitido porque me siento feliz metida dentro del papel. Así que esta vez además de mi maleta llena de ilusiones, que sigue acompañándome, también llevo una nariz roja, tratando que los demás se metan también en su papel de niñ@s y lo disfruten al máximo.

Ahí va uno que os resultará “conocido”

Hola. Mi mamá siempre me cuenta muchos cuentos y no sé si es que ella se equivoca a veces al contarlos o yo que mezclo unos con otros

Este es el cuento de Caperucita Roja (mas o menos). Sí, ese que la mamá le dice:

Tienes que llevarle a la abuelita esta cesta con comida porque está enferma y no puede salir de casa. Lleva cuidado en el bosque porque dicen que hay un lobo muy malo.

Hace un día muy bueno y voy por el bosque muy contenta. En esto veo una señora algo rara que sale de detrás de un árbol, va vestida de negro y lleva un gorro puntiagudo. Me dice:

-Mira, tengo estas manzanas tan preciosas ¿quieres una?

-Ah, pues vale. Le doy un mordisco y me desmayó. ¡plumba!

En esto viene un lobo, me huele, me lame la cara, pero nada.... así que se va corriendo a avisar a los enanos que viven cerca. Llegan, me tocan, tratan de reanimarme, pero nada. Me llevan con ellos y me colocan en una urna con tapa de cristal.

Al poco llega un príncipe blanco en un caballo azul ¿o es al revés?. El caso es que se baja, me ve y piensa que soy muy hermosa y me da un beso. Yo despierto de golpe y pienso que el chico está muy bien.

Nos vamos juntos subidos a su caballo, pero al rato me doy cuenta de que tengo que llevar la cesta a casa de la abuelita y le digo:

-Oye, tenemos que volver. Pero él, muy enfadado me dice:

-¡Ni hablar, con lo que cuesta mantener un caballo, no pienso regresar, además está muy lejos, no tienes ni idea!

-Ah, pero tú no decías que me querías...

Y entonces al príncipe o lo que fuera empezó a crecerle la nariz mucho, mucho.

-Vale, ya entiendo. Pues por lo menos para el caballo que me bajo

Así que me puse a caminar y de pronto apareció el lobo, que era grande, oscuro y feo, feo, feísimo, pero muy bueno porque me había salvado la vida y pensé que era mejor quedarme con él que con aquel presumido del caballo azul.

Bueno, espero que os haya gustado el cuento. Hasta otro momento.

Y también, claro, que podáis contactar con vuestro niñ@ interno y seáis muy felices, espontáneos, alegres.....