06 septiembre 2016

Conversaciones con Briel (3) - El Caminante

    Por fin, después de varios días de lluvia, el sol se asomó tímidamente pero lo suficiente para que, en la aurora, las nubes fueran color rosa y el Caminante del Cielo se presentara por sorpresa. Era la primera vez que lo veía  pero oí claramente la voz de Briel que a modo de presentación me dijo:
-Si, es él, no te preocupes, sabe quien eres tú. Hoy no iré a recogerte pero es muy posible que nos veamos luego.

Con el pico de su manto, el Caminante, se tapaba la garganta y buena parte de la cara, solo se le veían los ojos que me miraron tranquilos aunque yo sabía que llevaba mucha prisa. Pero la sorpresa todavía no había terminado, con voz amable me dijo:
-Te acabas de despertar y aún no te has dado cuenta pero hoy es el primer día de Primavera, te ofrezco venir conmigo a la Inspección ¿quieres?
La verdad no me tomé ni un segundo en pensarlo y tal como estaba, en pijama, contesté:
-Por supuesto. ¿Dará tiempo a que me vista?
-Eso nunca ha sido ningún problema. Y trazando una espiral con su bastón de oro me vi con unos ropajes muy similares a los que él llevaba. No dije nada pero debió notar algo extraño y me obsequió trazando de nuevo algo en el aire y esta vez si me vi con un pantalón muy cómodo, calzado deportivo, una camiseta color verde y una gruesa chaqueta con capucha, lo que agradecí porque por aquellas alturas, decían, siempre hacía más fresco.

-Bueno -dije cuando ya estábamos en pleno vuelo- ¿me explicarás qué es eso de la Inspección?
-Mejor lo ves por ti misma, enseguida llegaremos
Decidí no importunarle y guardé silencio mientras iba admirando los bellos paisajes desde arriba.

Aterrizamos en un frondoso bosque formado por castaños y robles y vimos antes de aterrizar como ya muchos gnomos se habían reunido en un claro.
Me resultó divertido que, al mismo tiempo, todos dijeran:
-Buenos días Caminante. Bienvenido. Y algunos, con gran curiosidad y en voz muy baja preguntaron: ¿Quien es la chica?
-Una curiosa como vosotros. Alguien a quien conozco hace tiempo y siempre me está preguntando sobre mis funciones y viajes, así que decidí traerla de forma que lo vea por si misma en lugar de preguntarme cada vez que me ve, en sueños, por supuesto.

El Caminante es así -pensé- sin duda un gran Ser pero algo cortante cuando habla y da la impresión de que la mayor parte del tiempo está de mal humor.
Había olvidado que la mayoría de estos Seres leen el pensamiento, así que lo que recibí por mi comentario fue una pequeña descarga de su bastón que me produjo cosquillas y me puse a reír a carcajadas, contagiando a todos los demás y sin poder parar,
-Como veis -dijo- no debéis juzgar a los demás y las manifestaciones de cualquier sentimiento, deben ser en su momento adecuado, porque todos os habéis sentido ridículos por no poder tener el control de vuestra risa que era totalmente inapropiada. Y ahora vamos a lo nuestro.

Los gnomos le fueron explicando todos los pormenores de sus tareas: si los árboles crecían sanos y fuertes, si las nuevas plantas estaban brotando bien, si el pequeño riachuelo traía suficiente agua para que pudieran beber los animales y si estos estaban naciendo en el momento previsto y sin problemas.

Cuando se presentaba algún inconveniente, el Caminante iba en persona a solucionar cualquier circunstancia que pudiera surgir, dejándome que lo acompañara y explicándome lo que resultaba mejor para cada caso y, por supuesto, empleando su bastón de oro que para eso era su principal herramienta.

-Ven -me dijo- seguro que esto no te lo esperabas.
Al pie de un árbol grande y frondoso, sobre la mullida hierba Briel me esperaba.
¡Que alegría! La verdad es que no esperaba encontrarte tan pronto.
-Sí, es que Rina acaba de tener un potrillo, mira.
Saludé a la orgullosa madre que me presentó a su pequeño, durmiendo plácidamente a su lado.
-Es igualita que tú, toda blanca, preciosa. Espero que crezca muy saludable. ¡Enhorabuena!
-Espero que no te importe- dijo Briel- pero tendrás que volver a tu casa por tu cuenta. Estás en muy buenas manos.
-Sí, está bien. Hasta otro día

Ahí pude comprobar que el Caminante del Cielo era amable, cariñoso, servicial e impecable. Acarició al pegasito recién nacido y luego me dijo:
-Cualquier cosa que hagas, desde la más sencilla hasta la más complicada, debes hacerla poniendo toda tu atención, de forma que quede perfecta en el primer intento, porque si la haces mal y tienes que repetirla será un gasto de energía y pérdida de tiempo que podrías haber evitado de haberlo hecho bien. ¿Entiendes?
-Sí, creo que si

Al mediodía todo estaba terminado. Los gnomos se despidieron muy amablemente y me regalaron un puñado de semillas por si quería probar y ver en qué especie de planta se convertirían. Les di las gracias esperando que todas fueran flores, de todos los colores, formas y tamaños, porque siempre me han gustado mucho.

El Caminante me dijo que otro día repetiríamos la experiencia y que ahora tenía mucha prisa y no podría acompañarme de nuevo hasta mi casa.
Me quedé perpleja y pensé: “¿Y ahora cómo hago para volver?”
Y esta vez fue él quien rió muy a gusto ¡la primera vez que lo veía reír!
-¿Preparada?
-Sí – y no sé porqué cerré los ojos con fuerza
Y cuando los abrí de nuevo estaba en mi casa, con mi pijama puesto y mirando por la ventana.

Levanté mi mano en señal de saludo y pensé: “Muchas gracias, que tengas buen camino y espero de verdad volver a acompañarte” “Así será -oí-y su sonrisa flotó en el aire durante toda la mañana.