20 junio 2015

Volar

Volé envuelta en una pompa de jabón. Hubiera preferido mis burbujas de siempre, bellas, a mi medida, de diferentes colores según la circunstancia, pero noté que la pompa era más liviana y también que iba a su aire, resultaba más complicado manejarla. La falta de costumbre.

A mi derecha una puerta con cristalera, por ahí mismo podía irme. Ascendí, ascendí, podía ir a cualquier lugar y me fui a un sitio conocido: una montaña muy alta llena de vegetación, rodeada de otras montañas iguales. Allí, en la cima, estaba la pequeña casa del buda que sentado ante ella, sonreía con gran bondad disfrutando que yo danzase para él. Plenitud, alegría... El contraste del verdor de la montaña y nuestras ropas blancas, radiantes, hechas de luz.

…. Y de pronto un dragón enorme y negro se asomó y me retó pero le dije muy decidida:

-No importa lo grande que seas, ya no me das miedo.

Bueno, tal vez algo de atrevimiento por mi parte o una pizca de mentirijilla que servía para darme ánimo y sentir de verdad mi valentía. Me lo había ganado a pulso y repetía:

-No te tengo miedo

Luego volví de mi paseo y todo estuvo bien, pero ahora:

Tu canción es la voz de la nostalgia y puede ser dulce, alegre, amarga, pero da igual la forma en que se presente siempre brotan lágrimas, como ríos pequeños o grandes gotas que casi son sólidas y bajan hasta mis pies. Mi emoción de nuevo: aún no te tengo y ya te perdí ¿como puede ser que hayas escrito algo que remueve en mí una resonancia de algo tan lejano que no recuerdo, de algo tan próximo y tan mío que no lo tolero.

La canté de nuevo... y de pronto se abrió mi oído ¿es una canción mágica? -pensé

Sonidos olvidados, dormidos, estaban ahí de nuevo. Oí caminar a una paloma sobre la arena ¿será mi imaginación? Pero al menos el ritmo era idéntico al que yo sentía. El motor de un barco rojo a lo lejos, un molino de aire, el viento tranquilo en mi cara. Mi aliento tibio, sereno.

Nuevas huellas en la arena, algunas ya desdibujadas y otras recién impresas:

gaviotas, perros, niños pequeños, máquinas concretas, deportivos de distintas tallas y diseño. Ni una pluma, ya habían pasado los barrenderos. El sol en su lugar, riendo. Mar de fondo y de superficie y alguien dentro retándome a averiguar de qué se trataba.

Miré el reloj y, como suele pasar, se fue la magia, se retiró al momento. Una voz muy bajito decía:

-La has roto tú y hoy ya no regresará, a lo mejor mañana

Y otra vez aquellas ganas de llorar. Dejé la playa

Me asaltaron las rutinas.

Una amiga llamó:

-¿Qué tienes que hacer esta tarde?

-Absolutamente nada

-¡Que dura la vida de jubilada! -dijo riendo

Pues sí porque a mí lo que me gusta es hacer y hacer y no hacer es lo que me mata.

Adiós canción

-Respira un rato cada mañana, cuando te despiertes, verás que diferencia.

He guardado el sueño bajo la almohada y para que no se despierte y esté cómodo lo he tapado con la sábana.

Él sabe (el sueño) que no me importa el lugar, solo volar y volar. La sensación de libertad siempre gana al deseo de derramarme en nostalgia.

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