31 diciembre 2014
Visita del caminante del cielo
25 diciembre 2014
Mañana de Navidad
21 diciembre 2014
Érase una vez un pegaso volando
18 diciembre 2014
El Camino de Santiago - Serie de relatos VIII
10 diciembre 2014
La Red - Serie de relatos VII
13 octubre 2014
Cartas no enviadas (V)
Querido Amor:
Hay veces que me despierto y la nostalgia es tan fuerte que creo que no podré soportarla.
Estamos en Otoño, para mí la estación más romántica, ensoñadora, tibia. Tal vez sean los tonos dorados, naranjas, rojos o marrones. O que los árboles comiencen a desnudarse sin ningún pudor, como mostrando su alma. O que ya apetece abrigarse, leer frente a una estufa, tomar humeantes tisanas que aportan olor y sabor…
Últimamente me dicen mucho: cuídate, ámate, ríete, sé feliz. Y sí trato de hacer caso y cumplir tan sabios consejos. Sé que el Amor está dentro de uno mismo, como todas las grandes cosas que solemos buscar fuera: la Paz, la Alegría, la Libertad.. pero como decía aquel viejo refrán: “Del dicho al hecho hay mucho trecho”. Quiero decir que trato de cuidarme, soy feliz, por ejemplo, con la visión del hermoso campo de maíz que vi esta mañana o con el vuelo de las golondrinas que tienen un nido en mi patio. Me río saludablemente con las cosas más tontas, trato de caminar y comer sano… pero ¿dónde está el otro?
Y ahí es donde entra la nostalgia. El deseo de que te abracen, te besen, compartan contigo todos esos buenos momentos que surgen a diario.
Cuidar, reír, amar en compañía. Como se suele decir: las personas que están en pareja desean estar solas y viceversa…. O no, dependerá de cada cual.
A mí, querido Amor, me gustaría que esto que siento se expandiera y llegara a otro Amor, cercano o lejano. No como media naranja, sino como naranjas enteras que se encuentran y aman y comparten en libertad, sin ataduras, sin normas o leyes. Simplemente disfrutando de bellos momentos o bellas semanas o años o….. Y si hay que alejarse que el otro lo comprenda y pueda desprenderse con una sonrisa porque la esencia del uno siempre permanecerá en el otro.
Bueno, el otoño también tiene algo de romántico y ¿por qué no? Música suave y tranquila, velas, aromas…. O pasión intensa porque los otoñales, a lo mejor, tenemos más experiencia de cómo queremos disfrutar nuestro tiempo en pareja.
Bien, Amor, hasta otro rato. Plenitud otoñal para todos
01 octubre 2014
Mosquitos Trompeteros
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Magda
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Canción desesperada - Cartas no enviadas (IV)
14 mayo 2014
Plena primavera
Hacía años que no me sentía así, totalmente abierta, unida al Universo, capaz de sentir por cada poro de mi piel cada vibración, cada ser, cada latido.
Solo Ser, sentada sobre una flor observar como toda la Vida me descubre sus secretos, sentir que en este momento no necesito nada más, soy una minúsula célula o la montaña más alta, todas las flores, el mar, los elementales, mis animalitos... Soy el sol blanquecino de este día, la lluvia que riega la tierra, el penetrante aroma del jazmín recién nacido... y algo girando dentro de mí, despacio, acompasado a otros ritmos como el mío y haciendo que la Alegría me inunde y crezca y se expanda hasta el infinito, haciendo que mi sonrisa esté ahí y las lágrimas sean bellas y dulces y en lugar de empañar mi visión la acrecienten.
Bendita Primavera que me ha traído el regalo de esta sensación olvidada, dormida, pero que ahí está de nuevo y me aferro a ella aún con dudas ¿cuámto durará esta vez, seré capaz de retenerla? ¡Fuera pensamientos, fuera! Solo disfrutar de lo que es mío, de los sentimientos que me animan, me arropan, me miman,,,, ésta soy yo, ni más ni menos.
Yo Soy Todo, lo que ya está creado y lo que puedo crear, mis sueños reales puestos en pie existiendo en otros lugares a los que estoy a punto de acceder, en los que pondré mi bandera y tomaré posesión. La vibración del arco-iris me acompaña, Unámonos mis afines, mis iguales, juntos tendremos esa Nueva Vida anunciada y creída. La intensidad de mi voz y mi canto será suficiente y cada uno de vosotros ofrecerá de si mismo lo más importante, aquello que posee en abundancia y quiere compartir. No será, ES, un lugar hermoso, porque la Belleza es importante y la Luz, la Armonía, la Paz, el Amor están siempre con nosotros porque sabemos cuidarlos como las plantas de un magnífico jardín.
Si, ya sé, hay todavía mucha gente “sensata” que cree que solo es una utopía, algo irrealizable, pero el coraje también me pertenece, nací un 14 de julio, el día que comenzó la Revolución Francesa con sus propuestas de Igualdad, Fraternidad y Libertad para todos los seres humanos.
Hoy es 12 de marzo de 2011= 10 (todo o nada) = 1 (comenzar algo) y seguro que los que entienden el Calendario Maya tendrán muchas más explicaciones y las posiciones astrales de este día también darán mucha información.
Yo, humildemente, solo quiero transmitiros mi estado de ánimo y desearos a todos una Feliz, Plena y Creativa Primavera.
27 abril 2014
El pequeño dragón
08 abril 2014
Cartas no enviadas (III) - Carta Medieval
04 abril 2014
Silencio
Tenía unas veintitantas cabras a las que llamaba, silbaba, arengaba, y un perro tan listo que lo mandaba a casa por la petaca que había dejado sobre la cómoda y el animal cruzaba campos, vías del tren, entraba en la casa y regresaba justo con eso, a pesar de que los perros son perros no hay que andarles con zalamerías o premios por algo que es su obligación y su obligación es guardar las cabras y guardar la casa, decía él.
Probablemente fue rubio en su juventud, cuando yo era muy pequeña pues no me acuerdo, luego siempre lo recuerdo con el pelo muy corto y totalmente blanco.
Nací a mil km de donde él vivía, pero antes de cumplir mi primer año me llevaron a su casa y sé que, cuando no lo veía nadie, me cogió en sus brazos, él tan grande y yo tan pequeñita, y me dijo algo, me meció hasta que me quedé dormida y en mí se quedó esa sensación de protección, de que allí entre aquellos brazos tan fuertes y tan cerca de un corazón que rebosaba ternura, no podía pasarme nada malo, allí podía dormir tranquilamente. Y en su casa, dí mis primeros pasos.
Mucho después pensé que se quedaba dormido en las tardes de mucho calor, al amparo de un gran árbol que diera buena sombra, sobre un verde trigal que sería de ese color durante muy poco tiempo. Miraba el cielo, veía transformarse las nubes en barcos, o grandes animales, o en un rostro casi reconocible. Pero, aunque ni siquiera lo sabía, amaba el color verde, por eso su mujer y sus dos hijos tenían los ojos de ese color.
Todo era muy sencillo: un trabajo duro, comida escasa, plantar algo en la huerta alquilada, ordeñar las cabras e ir con ellas, cuando se podía, al otro lado de la vía… Y los trenes, la casilla, aún están en el mismo lugar. Cerca hay chumberas y poco más.
En el patio macetas grandes con las mismas plantas año tras año. Nunca hubo un jardín.
Su sabiduría se había ido formando de la experiencia día tras día, de la observación tranquila de la Naturaleza. Era de tierra. A pesar de tener tan cerca el mar nunca tuvo curiosidad por acercarse a él. Tal vez sí le gustase el aire, el que por la tarde refrescaba los días tórridos del verano, el que formaba remolinos de polvo que se posaba en todas partes. No llegué a saber si le hubiera gustado ir a otros lugares, conocer cosas y gentes diferentes.
Amaba profundamente a su mujer, aunque jamás se hubiera atrevido a besarla en público y supongo que debió ser muy duro que a su hijo mayor lo mandaran a la guerra con diecisiete años. Tal vez lloró su amargura a escondidas, por no poder ir en su lugar.
Luego sí lo vi llorar, cuando ya era muy mayor, cuando se despidió de mí para siempre, porque los dos sabíamos que era nuestro último abrazo. No lo vi morir, he tenido la suerte de que nunca he visto morir a nadie.
Siempre fue dándose plazos: vivir hasta ver a los hijos mayores, casados, con hijos… Para ver una nevera, un televisor, no llegó a tener teléfono en casa.
En sus últimos tiempos tenía en una habitación un quiosco donde vendía y cambiaba tebeos, novelas, revistas. Cuando cerraban, él y su mujer, hacían recuento de lo que habían sacado. Me hacía gracia que se intercambiaran las gafas, tenían la misma graduación.
No era amigo de fiestas, bailes, ruidos, por eso había en su interior como una gran pureza. Las cosas que produce la Naturaleza son buenas, puras, sin contaminar. Cada estación tiene sus ciclos de trabajo: siembra, maduración, recogida y descanso. Y así debe ser también para las personas. Cuando sale el sol hay que levantarse, cuando se pone hay que recogerse y, de vez en cuando, se saca una silla a la puerta y se pueden contemplar las estrellas durante mucho rato, hasta que la respiración es la misma y el latido es el mismo.
Luego vino aquí, el último año, y su corazón se partió varias veces. Ese corazón que nunca había querido mostrar por excesivo pudor, se rompió. Yo sujeté su mano y le dije que todo estaba bien, traté de transmitirle aquella protección que él me había dado a mí tantos años atrás.