28 agosto 2014

La lista - Serie de relatos (VI)

Leí en algún sitio: “El Universo está ahí, a tu servicio, solo tienes que expresar muy claro lo que quieres (mejor hacer una lista con todos los detalles), saber que vas a conseguirlo y dar las gracias porque ya está en camino” 

Y sí, hice una lista que especificaba: “Que no beba, que no fume” y apareció un hombre que bebía mucho, fumaba de vez en cuando y estaba bastante loco. 

Alguien me aclaró: “Tienes que poner todas las frases en positivo poque nuestro cerebro no registra el NO”. 

En la segunda lista me esforcé más: “Libre de tabaco, buena salud mental” y aparece un hombre (por Internet) que parece ser casi idéntico a como lo pedí, solo que vive en otro continente, a unos doce mil kilómetros de distancia. 

A los dos meses entra de nuevo en mi vida (lo conocí hace unos dos años) otro señor que se quedó viudo y.... empezamos a llamarnos por teléfono todos los días. La salud mental está bien pero en un año le han dado dos ictus cerebrales. 

Por un lado el americano está muy bien. Yo tiendo a escaparme cuando tengo algún conflicto, así que podría irme a vivir allí y probablemente hasta se cumplirían mis proyectos de amor, arte y trabajo. 

Por otro lado, el señor de aquí tiene una voz preciosa y me hace sentir bien, me dice lo buenísima escritora que soy y que, en cuanto se recupere.... ¡Ay! 

Mi amiga tarotista, no solo guiándose por las cartas sino por sentido común, me dice: “El de América que venga él. ¡No me imaginaba yo que eras tan impulsiva! 

Entre tus hijos y yo vamos a tener que atarte”, Por el de aquí: “No te comprometas a llevar una silla de ruedas”. El comentario cruel pero realista. 

Así que ayer pasé un día terrible (encima lluvioso y gris que tampoco ayuda) debatiéndome entre estas dos personas y pensando y pensando porqué la Vida siempre me lo pone tan difícil. Y llegué a una conclusión: ¿Qué había puesto mal en la lista? Tenía que haber una tercera persona, sin tantos problemas y mas cerca, por tanto la cuestión era hacer una nueva lista, aunque tuviera cinco páginas, porque la experiencia ya me había demostrado que no hay que dejar al azar ningún punto importante.

24 agosto 2014

Desayuno - Serie de relatos (V)

26 de Octubre, eso de: a las 3 de la madrugada deberán atrasar los relojes una hora.

A pesar de que había quitado la alarma del despertador, a las 8 de antes, las 7 de la mañana de ahora, estaba ya muy despierta y tenía dos opciones: continuar en la cama (nada interesante que hacer) o tomar un lento y apetitoso desayuno, mientras veía amanecer.

Ganó la segunda opción, claro, y me puse a ello. Podía ir mas despacio que de costumbre, una porque era domingo y otra porque disponía de una hora extra !Que amables al devolvernos ese tiempo que nos habían quitado a finales de marzo!. Bien: té descafeinado con un chorrito de leche de soja, pan de centeno comprado ayer en la feria de Vilanova de Cerveira (Portugal) untado con margarina baja en grasa y mermelada sin azúcar añadido. Menos mal que estaba disfrutando realmente, primero del resplandor dorado y luego del tenue color azul y las nubes rosadas, que podía ver desde la ventana, porque pensé que, a determinada edad, dejamos de tomar sal, azúcar, grasas, proteínas, excesivos hidratos de carbono.... y pasamos a consumir complementos alimentarios, como dicen en las etiquetas, que nos ayudan a bajar el colesterol, reducir la glucosa, vitaminas para poder soportar la carga otoñal y todo el mundo lleva en el bolso tortitas de arroz o maíz, que solo contienen 27 calorías cada una.

No me voy a extender en comentarios, pero recuerdo una escena de una película,

en la que, cuando los ancianos esquimales perdían los dientes, alguien de su familia, generalmente una hija, masticaba por ellos la comida de la que disponían, y se la pasaban, ya triturada, para que pudieran alimentarse. Igual que hacen las aves con sus crías.

!Y nosotros con tantas historias!