13 abril 2015

¡Que ganas de llorar!

¡Que ganas de llorar! Aunque sea Primavera, luzca el sol, aunque mi salud sea buena, mis hijos estén bien, mis sueños vayan por buen camino...

¡Que ganas de llorar! Como si tuviera una pequeña compuerta cerrada con cien llaves para que no fluya, no desborde, no deje encharcada mi cara o vaya a destruir las pequeñas plantas que están recién sembradas.

Dicen que el llanto limpia el alma y eso es lo que necesito: limpieza a fondo, hasta lo más profundo. Deshacerme de los recuerdos que me hieren, de las nostalgias tan fuertes que siento que me romperé y nada ni nadie podrá volver a unir los pedazos, como una hermosa vidriera esparcida en mil colores.

Tal vez penas de amor, pero de amor por mí misma porque ahora me doy cuenta que no me he sabido querer en toda mi vida. Ahora estoy en un gran cambio, todos lo estamos, pero a mí, como suele pasar, me duele más el mío.

“Cada palo que aguante su vela” y parece que yo fui un gran barco y aguanté todas las velas.

No me quejo, aunque lo parezca, porque estoy segura que en esta nueva vida que ya empecé habrá personas, cosas, circunstancias muy hermosas y sabré apreciarlas porque, a pesar de todo, siempre he tenido una sonrisa y he tratado de que creciera, que se hiciera más franca, más grande, incluso hasta llegar a una risa abierta, espontánea aunque al principio fuera algo forzada.

Cierre de ciclo, despedida, todo se queda atrás y no pienso volver la vista.

¡Adelante, siempre adelante!. Despedir a los muertos con gratitud, con amor, con un “Hasta la vista” y a los que murieron aunque aún vivan, casi lo mismo: “Te deseo lo mejor, pero soy libre. Vete en paz y libertad donde tengas que ir que yo me quedo en el lugar que elija rodeada de Amor, Alegría, Abundancia”

Y aquí estoy: “Señora póngase estas gotas, son un sustituto de las lágrimas naturales”. Cuando me lo dijeron pensé que ya había llorado bastante y que ya estaba bien, había agotado el cupo. Seguramente por eso ahora sí tengo muchas ganas de llorar pero no sale ni una gota de líquido.

Acabo de darme cuenta, hoy es Domingo de Resurrección, ya todo pasó. Gracias porque, lo que fuera, estuvo en mi vida dándome lecciones tristes o maravillosos momentos, pero ya fue. Ahora me pongo en camino con la inocencia, la curiosidad y el asombro de una niña que tiene mucho por delante y ninguna mochila a la espalda porque ya no la quiere cargar.

Tal día como hoy nació mi primer hijo y ahí sí que habría que diferenciar ese otro tipo de lágrimas: de emoción, de intenso amor, de alegría... Si algún día consigo llorar espero que sea por algún motivo así.

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