01 febrero 2014

Segundo amanecer

Otra vez estaba viendo por la ventana, pero hoy parecía más grave: las siete y cinco, y diez, y quince…. De pronto un fuerte resplandor, un fogonazo, apenas unos segundos y de nuevo oscuridad ¡qué extraño!.

Tímidamente un poco de luz blanca y el Caminante del Cielo pasó tan deprisa que apenas pudo verlo: la estampa misma de la preocupación. Iba muy rápido, con el ceño fruncido y rodeado de unos seres envueltos en pequeños tubos de luz. Con su bastón de oro en alto los iba guiando, pero apenas podían seguirlo:

-Deprisa, deprisa, ¿no os dais cuenta de que vamos con retraso? Es solo un pequeño favor que os pido hasta que averigüe qué está pasando.

Los pequeños tubos protestaron pero siguieron caminando lo más deprisa que podían, mientras tropezaban entre ellos y alguno decía:

-¡Que estrés tan temprano y todo seguro que solo es porque el Sol quiere dormir un rato más!.

Llegaron a una nube blanca muy grande y el Caminante dijo:

-Esperad aquí, no tardaré

Entró muy decidido y a grandes voces dijo:

-Deberías avergonzarte, ¿otra vez te has quedado dormido?

Descorrió la cortina, pero allí no había nadie. Se fijó en una papelito, lo recogió y leyó:

-Si queréis que el Sol vuelva sano y salvo, estad atentos, nos comunicaremos para deciros dónde deberéis depositar el rescate.

-Esto es el colmo ¡cómo se atreven!. Insensatos. Esta vez se han pasado de la raya. No se dan cuenta de las tremendas consecuencias que esto puede suponer.

Salió mucho más enojado de lo que había entrado y se dirigió a los pequeños tubos de luz:

-Desde siempre habéis sido buenos mensajeros y ahora es el momento de que ejerzáis vuestra función lo mejor posible. Iréis en pequeños grupos hacia las ocho direcciones y preguntaréis si alguien ha visto algo extraño, Hay que averiguar lo antes posible dónde lo tienen

-¿A quién?

El Caminante bajó la cabeza y dijo en voz apenas audible:

-Han secuestrado al Sol

Durante un momento el silencio se volvió insoportable, hasta que uno de los tubos se atrevió a decir:

-Pero eso es imposible. Es demasiado grande. Además, esa, precisamente ¿No es vuestra responsabilidad?

-¿Qué quieres decir?. Mi misión consiste en despertarlo cada mañana y, como mucho, darle un pequeño toque con mi bastón de oro si se ha quedado dormido. Pero no soy su guardián. Cada vez que lo pienso me parece más terrible que se hayan atrevido a algo tan grave. Probablemente se trate de un grupo.

-Está bien. Intentaremos traeros alguna noticia lo antes posible

-Bien, bien, os lo agradezco. Yo por mi parte haré lo mismo

Todos se fueron en distintas direcciones, mientras el Caminante pensaba: “Tendré que visitar a las máximas Jerarquías, no me hace ninguna gracia, siempre hacen muchas preguntas, pero no hay más remedio”

Y, a pesar de su longeva edad, empuñó con fuerza su bastón y salió disparado hacia arriba

Las puertas celestiales se abrieron y, desde dentro, una voz grave y solemne dijo:

-Adelante, adelante, ¿has averiguado algo?

Ante una gran mesa, Tres Venerables Ancianos, esperaban al Caminante, que, algo sorprendido, contestó:

-Ah, ¿ya os habéis enterado de lo que sucede?. Pues no, no sé nada más, esperaba que fuerais vosotros los que me dierais alguna pista

-En realidad, lo veníamos intuyendo desde hace mucho, pero nunca creímos que se atrevieran a tanto. Es probable que se trate de la banda armada Contra la Luz, fundada hace aproximadamente veinte mil años y que, desde entonces, ha sido como una plaga de avispas, siempre incordiando aquí y allá, pero sin más repercusiones que actos bien localizados, pero esto tendría serias consecuencias a nivel planetario e incluso galáctico.

Por favor –dijo uno de los Ancianos dando por terminada la entrevista- al salir avisa a la Guardia Celestial que estén preparados y alerta. Luego dirígete al Centro de Información y únete a los que están rastreando para encontrar cualquier pista. No te preocupes: nadie, nunca, jamás, ha vencido a las Fuerzas de la Luz.
¡Qué ironía –pensó el Caminante mientras salía- Sí, eso de la Luz estaba muy bien allí, pero en el planeta, alguien los había dejado a oscuras.

Uno de los generales de la Guardia Celestial le dijo lo de siempre, que era casi un insulto dudar de su preparación: ellos siempre estaban a punto para cualquier acción que se requiriera, ¡faltaba más! Que supiera que estaba hablando, nada más y nada menos, con el primer General de Arqueros Estelares. De todas formas, dijo suavizando el tono, daría aviso a todas las demás fuerzas y en cuanto recibieran la orden pasarían a la acción.

En fin, sin comentarios, y se dirigió al Centro de Información que estaba en plena ebullición.

Allí estaban más que avanzados en eso de las tecnologías de vanguardia, o sea ordenadores y aparatos de lo más sofisticado, montones de seres ocupadísimos Eso sí, no tenían ni la más remota idea de dónde empezar a buscar, ni a quien ¡que desastre!

Volvió al punto de encuentro, algunos tubos de luz ya habían llegado y tampoco habían tenido suerte. Nadie sabía nada. Pero aún faltaban los que habían ido rumbo Sur que enseguida llegaron muy contentos:

-La tenemos. Tenemos la solución. Es muy sencilla y hasta divertida.

-Contad, contad –dijo más que impaciente el Caminante

-Pues veréis. Resulta que hace unos seis o siete años nació un niño que parece ser que tiene muchos dones. 

Uno de ellos es que puede conseguir todo lo que desea casi en el mismo instante en que lo piensa. Desde que era un bebé, su madre, lo ponía todos los días a que tomara el sol y al niño parecía gustarle mucho, porque sonreía y producía muchos sonidos como si estuviera hablando con él. Según fue creciendo empezó a decir que algún día conseguiría irse al sol para estar mucho más cerca

-Eso es imposible –le decía su madre- el sol está muy, muy lejos y además si te acercaras mucho te quemarías, mejor quédate aquí y juega con tus amigos

Y así pasó algún tiempo. Al niño empezaron a gustarle mucho los juegos de pelota: futbol, baloncesto, balonmano y pasaba muchas horas, solo o con sus amigos, practicando. Pero aquel deseo, en lugar de desaparecer, se hizo mayor.

Sin que nadie lo supiera empezó a practicar. Por las noches, cuando estaba despejado y se podían ver muchas estrellas, él las miraba y deseaba que una de ellas viniera a dónde él estaba. Y, con gran sorpresa por su parte, así fue: la estrella (una pequeña, muy blanca) vino a toda velocidad, dejando un gran rastro, se acercó tanto que incluso pudo tocarla, pero lo más importante fue el calorcito que sintió en su corazón. Le dio las gracias y la estrella se fue de nuevo a su lugar. Entonces pensó que si podía hacerlo con una estrella también podría hacer lo mismo con el sol.

Practicó y practicó, cada noche con una estrella cada vez más grande y siempre funcionaba. Ya estaba preparado, en cualquier amanecer lo intentaría con el sol.

Pero comprobó que no era tan fácil. Primero porque el sol era mucho más grande y segundo porque, al contrario que las estrellas, no estaba dispuesto a dejarse manejar por un niño, un simple humano, él era el Señor de aquel pequeño planeta ¡que se había creído ese pequeño ser!.

El deseo del corazón del niño era muy fuerte y, sobre todo muy puro e inocente. Pensó que si lo reducía al tamaño de una pelota de futbol sería más fácil. Dicho y hecho. Primero lo redujo y luego lo atrajo hacia sí, lo abrazó, le dijo que ese momento lo había esperado desde que era muy pequeño y que le estaba muy agradecido por haber consentido en llegar hasta él.

En realidad el Sol estaba más que confuso, todo había sucedido muy rápido y no estaba muy de acuerdo con lo que estaba pasando, pero, eso sí, le estaba gustando ese primer contacto y se dejó.

Las Fuerzas de la Oscuridad hacía mucho que vigilaban al niño porque pensaban, con razón, que podía ser un gran enemigo, ya que, aunque los demás no lo veían, estaba como envuelto en una gran y potente luz blanca que, tanto de día como de noche, siempre estaba con él.

Así que, en el momento en que el niño redujo al Sol al tamaño de una pequeña esfera, no tuvieron más que apresarlos a los dos, llevarlos a un edificio abandonado y pedir un buen rescate. Les darían una fortuna, seguro. Cuando lo supieran sus superiores los ascenderían y reconocerían sus méritos. Esta vez era algo muy diferente, grande y que podía fastidiar a todo el planeta, a los humanos y, de paso, a los Seres Celestiales, que ni siquiera se lo esperaban. ¡Era genial!

En cuanto se vio atado, amordazado y en aquel lugar tan siniestro, rodeado de seres oscuros y con tan malas intenciones, el niño empezó a darse cuenta de qué tal vez no había sido buena idea reducir de tamaño al Sol y hacerlo venir hasta él. En lo único que había pensado era en cumplir aquel deseo tan fuerte.
El Sol escuchó todos sus pensamientos y le dijo:

-No te preocupes, enseguida todo se pondrá en su lugar. Ya sé lo que haremos para que te sientas siempre unido a mí: dejaré una pequeña llamita en tu corazón, me quedaré contigo para siempre, sentirás mi calor y ese amor que me has demostrado también estará ahí pero mucho más grande. Ahora te cubriré con mucha luz, tanta, que nadie podrá verte ni dañarte. Por unos días así será, luego volverás a tu casa y seguirás tu vida. Ahora desea con todas tus fuerzas que vuelva a mi tamaño real e iré al lugar que me corresponde en el firmamento.

Así fue: una pequeña llama entró en el corazón del niño y él comprendió que siempre sentiría ese agradable calor, le dio un último abrazo al Sol y vio cómo se hacía muy grande y ascendía majestuoso ocupando su lugar, aunque con bastante retraso, todo hay que decirlo.

Por supuesto cuando el Ejército Celestial se enteró bajó a castigar a las Fuerzas de la Oscuridad y cuando éstas perdieron la batalla, se enfadaron mucho, se reagruparon y pensaron en una cruel venganza. O sea, lo acostumbrado desde hacía miles de años.

El Caminante del Cielo, volvió a su trabajo diario, unas veces solo y otras acompañado de los pequeños tubos de luz, que fueron felicitados por las Jerarquías Celestiales y, en premio por haber descubierto todo aquel asunto, fueron multiplicados y enviados a muchos lugares del planeta para ayudar a los humanos a comunicarse con la Luz.

El niño creció y aunque sabía que tenía una llamita en su corazón, con el tiempo empezó a creer que todo aquello que había vivido no había sido más que un sueño.

1 comentarios (+add yours?)

Quiero ser súper famosa dijo...

Ojalá pudiéramos preservar la inocencia de la infancia...

Un abrazo.

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