16 febrero 2014

Nanú

Nanú, Nanú” -llamó el Viento. Pero era de noche y la niña dormía bien arropada en su cama.

Nanú, Nanú” lo intentó de nuevo. Como no conseguía despertarla, fue en busca del hada de los sueños. Faltaba muy poco para el amanecer y el hada tenía mucha prisa, solo verlo aparecer, le dijo:

-No tengo tiempo, no tengo tiempo, aún me queda mucho trabajo y el sol está a punto de salir-

-Bien, iré a tu lado y te diré lo que quiero que hagas por mi, ni siquiera es urgente-

-Bueno, habla-

-Verás, he pensado que, como a mi no me oye, tu podrías meter en sus sueños todos estos trapitos de colores-

-Primero tendrás que decirme de quien hablas-

-Es verdad, se llama Nanú y vive allí ¿ves?, en aquella casa color azul, en el segundo piso-

-Ya sé quien dices, es una niña de cinco años, muy alegre, inquieta y le gusta mucho inventar historias-

-Si, la misma ¿lo harás entonces?-

El viento le mostró al hada muchísimos trocitos de tela de todos los colores y de muchas texturas diferentes, unidos entre si, formando una tira muy larga

-!Pero si son telas de verdad! -dijo el hada muy asombrada- ¿como pretendes que meta eso en sus sueños?

-Para eso eres un hada, supongo que tendrás una varita mágica-

-Si, la tengo, pero ya te dije que tenía prisa y lo que tu me pides puede llevar mucho tiempo-

-Está bien, si tu me ayudas a mi, yo tal vez pueda hacer algo por ti-

El hada se quedó pensando un momento:

-No se me había ocurrido, pero si soplas fuerte me empujarás y no tendré que hacer ningún esfuerzo para volar y así podré terminar antes. Pero no solo hoy, sino durante nueve días seguidos, ¿estás de acuerdo con el trato?-

-Si, si, está muy bien-

Y el Viento sopló, pero no demasiado, solo como una leve brisa y, justo cuando se asomó el sol, el hada pudo regresar a su hogar.

Fueron pasando los nueve días, el Viento, puntualmente, en cuanto aparecía la primera estrella en el cielo esperaba al hada y soplaba con la fuerza suficiente para que a ella no le costase volar y pudiera realizar su trabajo, que consistía en ir de casa en casa dejando piedritas de colores sobre los ojos cerrados de los niños para que tuvieran alegres sueños.

No habían vuelto a hablar de Nanú pero el noveno día el hada muy formal dijo:

-No creas que me he olvidado de nuestro trato, tu has cumplido muy bien y yo trataré de hacer lo mismo. Hoy terminaré antes y luego podremos ir a casa de la niña y espero que todo salga perfecto-

El Viento estaba tan entusiasmado que sopló más fuerte que los otros días y así su amiga pudo ganar algo de tiempo extra.

Al terminar el trabajo se dirigieron a casa de Nanú: el Viento sacó la enorme tira de telas y el hada su varita mágica, la hizo girar en forma de espiral y enseguida vieron como los tejidos se transformaban en algo muy parecido a la luz, la esencia de los sueños, y entraban por un punto secreto entre los ojos cerrados de la pequeña. El hada dijo:

-Creo que así queda incompleto, le enviaremos también unas tijeras de oro, un dedal de plata y esta bolsita llena de ideas para que pueda transformar todo ésto en algo práctico y, a la vez, lleno de belleza. Ella no lo sabrá hasta dentro de mucho tiempo, pero todas las cosas que haga transmitirán a las personas que las reciban algo especial: alegría, paz, bienestar, ternura..... Soñará que todo está dentro de ella, pero encontrará la clave para empezar en un baul antiguo, lleno de cosas que le hagan recordar su niñez. Aprovechará conocimientos viejos y muy profundos, combinándolos con cosas nuevas y será muy feliz dándoselo a los demás. Bien, ya está todo hecho, ¿soplarás hasta que llegue a mi hogar?-

El Viento estaba tan emocionado que casi no podía hablar

-Todo ha sido muy bonito, gracias-

-No tiene importancia, las hadas somos así-

A la mañana siguiente Nanú se despertó muy contenta y le dijo a su madre: - -Mamá, ya sé lo que seré cuando sea mayor- y le contó lo que recordaba de su sueño.

Pasaron los años y, aunque al principio, Nanú recordaba perfectamente lo que había soñado aquella noche, el tiempo fue borrando poco a poco todas las imágenes, hasta que ya no se acordó de nada.

Pero un día fué a casa de su madre, encontró un viejo baul y sintió curiosidad por ver qué había dentro: fotos antiguas, dibujos, libretas, algunos juguetes..... y una tela que parecía envolver algo. Pues sí, había unas tijeras pequeñas, doradas, un dedal de plata, unos cuantos trapitos de colores unidos unos a otros y una bolsita que contenía algunos botones, cintas de colores, cuentas de vidrio y un trozo de papel en el que alguien había escrito:” Lo que seré de mayor”.

Fue con todo aquello a su madre para enterarse de qué significaba :

-Una noche, cuando tendrías 5 o 6 años, tuviste un sueño que te dejó muy impresionada y durante un tiempo decías a todo el mundo que ya sabías lo que querías ser de mayor-

-¿Y que es lo que quería hacer, ser costurera?-

-No, querida, Sanadora de Sueños. Cada telita sería como un remiendo que pondrías en el alma de alguien, ayudándola así a sanarse, porque la Vida nos produce heridas que ni sabemos que tenemos y algunas personas son capaces de llegar muy profundo para poder ayudarlas.-

-¿Estás segura?, porque me apetece muchísimo hacer algunas cosas con todo ésto-

-Aquí, ahora, puedes hacer todo lo que te apetezca, pero, al mismo tiempo, las herramientas mágicas te indican un claro camino. Decías que aquella noche sentiste como te las entregaba un hada, pero ya ves que han pasado muchos años hasta que las encontraste-

-Puede que tengas razón, lo pensaré.-

Anochecía, el hada del sueño pronto empezaría su trabajo de todas las noches y el Viento sonreía y soplaba tranquilo, como una suave brisa; el hada y él se habían hecho muy amigos y los dos se sentían muy bien, porque al cabo de los años, por fin, Nanú había encontrado el mensaje.

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