01 enero 2014

Heroína de Gelatina

Fue como un flash. Después de darle a mi hijo menor (que es el que estaba montando el blog) dos posibles nombres y ser rechazados, a punto de salir a dar un paseo, llegó a mi cabeza con una gran fuerza: Heroína de gelatina.

Ya bajando la escalera pensé: “Esto tiene que ser algo más, ya saldrá”. Y lo dejé ahí, sin más.

Hoy, a la hora de la siesta (siestas productivas las llamo yo) surgió. A veces, me levanto muy deprisa y empiezo a escribir, pero hoy me vencía el sueño y lo único que pedí es que por favor, recordara todo.

Primero decir que la curiosidad siempre me ha conseguido grandes logros, creo que es algo primordial, que mueve a las personas a la acción, a tratar de conocer, entre otras muchas cosas, la historia de la humanidad y la propia.

Y en la propia pues he descubierto que muchas veces fui un guerrero (no sé si un héroe) de los de caballo y espada, de los que conquistaban y eran conquistados, de los que herían y eran heridos, de los señores de los castillos (de cualquier raza o religión) o de los que se lanzaban a descubrir nuevas tierras cruzando océanos, superficies nevadas o heladas, montañas, o lo que hiciera falta para saber qué había del otro lado y haciendo mapas para que otros también pudieran acceder a esos lugares “nuevos”.

Luego llegaron las heroínas, algunas también guerreras como Juana de Arco, Agustina de Aragón, María Pita o muchísimas guerreras anónimas que iban siguiendo a los soldados para hacerles la comida o lavar la ropa.

Las pioneras en todos los campos: desde las primeras mujeres que cruzaron el Oeste americano, llevando a sus hijos en las carretas o a punto de parirlos y disputando un territorio que ya estaba ocupado, hasta las primeras sufragistas o las primeras licenciadas en las universidades, las primeras abogadas, médicas, químicas, educadoras...

Las mujeres que trabajan unas jornadas increíbles para tratar de alimentar a sus hijos, las esclavizadas de infinitas formas, las voluntarias en muchas instituciones, las mujeres que trabajan por enseñar a otras mujeres cómo salir de distintas situaciones.

Y ahora, en este momento, soy una Heroína porque he tenido el valor de irme a diez mil kilómetros, cruzando el Atlántico, con mi equipaje de mano y una maleta enorme que nadie ve porque solo está en mi imaginación y va llena de sueños, proyectos, ilusiones. He salido, como se dice ahora, de la zona de confort y he atravesado la zona de pánico y parece que me estoy estabilizando. Ahí entra la Gelatina: dulce, fresca, de bonitos colores y temblorosa (ésta es la parte que menos me gusta)

Despertarme por la mañana, disfrutar el amanecer, sentirme bien, pensar “Lo voy a conseguir” Y cuando pongo los pies en el suelo, siento que tiemblo, mucho, de arriba abajo, casi incontrolable. Una pizca de incertidumbre. “Pero no (la Heroína) no me dejaré vencer, pondré en pie mis sueños, serán una realidad, se materializarán”.
Ahora estoy ahí, soy una Heroína de Gelatina, pero la Vida está llena de sorpresas, de cambios y puede que pase a ser una Heroína a secas o cualquier otra cosa que sienta que, de alguna forma me define. Por ahora está bien así.

0 comentarios (+add yours?)

Publicar un comentario