31 diciembre 2013

La Galaxia Naranja.


Danzamos. Enlazados por la cintura, cogidos de las manos o totalmente abrazados, pero bailamos moviéndonos en círculos, espirales o casi parados.

Seguimos un ritmo considerado eterno porque, desde allá abajo nos miran extasiados, creen que son muy pequeños, que jamás podrán alcanzarnos. No saben lo poderosos que son.

El tiempo para nosotros es muy distinto: durante milenios de los cortísimos años que ellos tienen, estuvimos separados. Nos movíamos lentamente y bastante teníamos con tratar de reconocernos a nosotros mismos, saber que estábamos vivos, que éramos seres con materia, luz, fuerza... pero entonces era como un sueño, nuestro cuerpo se iba acomodando a las influencias de otros cuerpos mucho mayores, con más luz, más energía, más velocidad ¡que importaba todo eso si apenas acabábamos de nacer!. 

Luego fueron las primeras risas, los primeros juegos, las pequeñas carreras entre otros como nosotros que también se estaban conociendo a sí mismos. Más tarde los primeros coqueteos: que si mira mis destellos, que si mira lo que puedo hacer, fíjate que preciosidad de contenido... y el color ¡increíble!

Y así fuimos madurando y probando, probando... Hasta que, de pronto, te vi a lo lejos ¡que belleza! Tu luz roja, fuerte, brillante, me deslumbró. No era capaz de dejar de contemplarte, me atraías como el más fuerte de los imanes. Por lo visto tu sentías lo mismo por mí, a pesar de la distancia que aún nos separaba podía sentirlo.

¡Fue increíble! No hubo un primer acercamiento para ir conociéndonos, o instalarnos uno en la órbita del otro, o quedarnos observando a corta distancia. No, fue una unión total. Podría decirse que nuestros cuerpos colisionaron y luego se fundieron uno con el otro.

Después de aquellos momentos de plenitud total, nuestra mente reaccionó, teníamos que tomar una determinación: o bien permanecíamos así, como un solo ser, por toda la eternidad o conservábamos nuestra propia identidad y seguíamos caminando juntos por la Galaxia. Esto nos llevó un tiempo (los humanos dirían que eterno) no era fácil. Y al fin nos decidimos y nos pusimos a bailar. Realmente estábamos tan compenetrados, éramos tan felices que incluso llegamos a dar envidia a los demás que no eran capaces de soportar el vernos así.

No lo había dicho antes pero yo era totalmente amarilla, menos cuando me unía a ti, que los dos formábamos un ser, uno solo, totalmente naranja.

Así que fuimos caminando, corriendo, saltando, bailando o dibujando espirales por toda la Vía Láctea, luego buscaríamos un lugar en el Universo para crear nuestro propio hogar, lleno de pequeños seres que orbitasen a nuestro alrededor, que se mantuvieran de nuestra luz, nuestra fuerza, nuestro arrebatado, alegre y maravilloso amor.

Y lo conseguimos. Han pasado cientos de eones y los planetas que viven en nuestra órbita están habitados por multitud de seres diferentes y muy bellos. Curiosamente a todos les gusta bailar, cantar, reír, jugar... tanto que a veces incluso nos han llamado la atención. Dicen que, a partir de ciertas horas no se puede hacer tanto ruido. Han mandado inspectores serios, secos, tristes, con montones de papeles llenos de normas, pero en cuanto han comprobado que nuestra Alegría es verdadera y que sale del corazón, muchos han probado y la mayoría ya no han querido regresar a la Galaxia central de la cual de alguna forma dependemos, aunque nunca supe muy bien porqué.

Bueno, ésta es nuestra pequeña historia. Si queréis visitarnos estamos a solo un millón de años luz de un pequeño planeta llamado Gaia y creemos, aunque no tenemos demasiada certeza, que procedemos de algún ser que vivió allí y un buen día se puso a imaginar y nos creó.

0 comentarios (+add yours?)

Publicar un comentario