07 julio 2014

Permiso de conducir - Serie de relatos (III)

Estaba esta mañana en el mercadillo de S. Cosme, cerca de las once de la mañana, había ya bastante gente merodeando entre los puestos, cuando, por megafonía, dieron un mensaje: “Se avisa al propietario de un Mercedes color azul, que el coche ha comenzado a andar, el solito, por la carretera” “!Anda, pues eso si que puede ser un problema!” - exclamó la vendedora de uno de los puestos.

Los de la segunda edad tenemos el permiso de conducir desde hace veinte o treinta años, lo que no quiere decir que, de vez en cuando, tengamos algún despiste: no encender las luces, no poner intermitente para indicar hacia donde vamos, no dejar puesto el freno de mano cuando dejamos el coche aparcado.

Cosillas sin importancia.

Al cabo de tantos años, se me han dado algunas circunstancias curiosas, por ejemplo: estando yo parada en un semáforo vino una furgoneta y me dió un topetazo por detrás, el conductor se bajó, vino hacia mi y me dijo, con una enorme sonrisa:

-Señora, perdone, pero es que no llevo frenos-

-Pues, curiosa forma de frenar, oiga-

En otra ocasión, en la Zona Franca, pasó lo mismo, solo que esta vez el que conducía la furgoneta era un chico muy joven, el coche suyo empezó a echar humo y, como en los dibujos animados, empezaron a caérsele piezas: un trozo del guardabarros, un faro.... mientras el chico, echándose las manos a la cabeza, decía todo compungido: “De esta, mi jefe me mata, me mata....”

Yo también he hecho algunas: domingo por la mañana en el centro, todo desierto, nadie en ningún sitio, veo un lugar para aparcar y me dirijo hacia él con toda confianza: no vi un coche que subía por una calle transversal y le di por la parte del conductor. El señor salió, yo le pedí mil perdones... el hombre dijo, casi llorando: “Justo ayer por la tarde lo saqué del taller, que me habían dado un golpe.”

A mi me dieron el carné a la tercera, pero hasta casi doce años después, no conduje, asi que otra vez academia y pagar clases. Tardé mas de un año en cogerle el truco: todo estaba lleno de columnas malvadas, árboles fuera de su sitio, motos, espejos retrovisores que sobresalían mas de la cuenta, o topes en las esquinas de los camiones ¡Un suplicio!. Como decía un amigo: “Tu vas tranquilamente por la carretera y, de pronto, sale un árbol a mear.... y ya la liaste”.

La generación anterior lo tuvo mucho más fácil. El examinador, generalmente un hombre mayor, se sentaba, saludaba y decía: “Bien, encienda el vehículo, meta la primera y despacio vaya avanzando, la segunda, muy bien, ahora vamos hacia la derecha, y ¿a qué se dedica usted?, ah muy bien, ahora todo recto, meta tercera, bien, arrímese a la acera, ahora la marcha atrás ¡perfecto!. Está usted aprobado, buenos días”.

El tío de mi padre, mi padrino, conducía desde antes de haberse puesto en marcha el código de circulación, la transición se ve que no la asimiló correctamente, porque cada vez que hacía un viaje largo, nos enterábamos de que había llegado a destino porque siempre llegaba la multa de tráfico. Una vez lo pararon por no hacer un Stop. “Oiga ¿es que no ha visto la señal? “ “Si, claro, ya toqué el claxon”

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