21 julio 2014

Posiciones Astrales -Serie de relatos (IV)

Casi me estoy acostumbrando a que Urano me ponga ante cambios, a veces radicales e imprevistos; a que no pueda comunicarme, en absoluto, porque Mercurio está retrógrado, a soportar el peso de Saturno sobre mis espaldas durante años, porque está transitando por mi signo y que Plutón me produzca la terrible sensación de que estoy al borde de un precipicio al que caeré sin remedio, eso si, para resurgir de mis propias cenizas (me veo mas bien saliendo a gatas de un volcán que todavía echa humo y yo estoy ligeramente negra).

En cuanto a la Luna que os diré que no sepáis, hasta los hombres dicen, despectivamente o con resignación, refiriéndose a nosotras: “Están de luna”. Nerviosismo e impaciencia en creciente, plenitud y euforia en llena, melancolía otoñal (aunque sea pleno verano) en menguante y laxitud total en nueva.

Menos mal que nos queda Neptuno: estar en las nubes, soñando, o flipada total, pero oye, después de todo lo demás, casi compensa una temporadita lejos del mundanal ruido.

Y, como no, Júpiter, el magnánimo, el expansivo (!esos kilitos de mas!) y el que, en mi caso, da ánimos para seguir, para conseguir, para llegar a la meta propuesta..... hasta que te das cuenta de que pasan años y mas años y mas años, y tus ilusiones siguen ahí, algo marchitas por la espera, aunque, de vez en cuando, sigas teniendo esperanza mas que nada por la voluntad de seguir adelante, de no tirar la toalla y, además, alguien te envía una historia de internet, donde dice que la mujer a los 60 sale al mundo y lo conquista. Una que es optimista de siempre (¿Eso a qué planeta se debe?) piensa que en esos dos añitos que faltan se cumplirá todo, todo, todo, y sigue agarrada a los astros.

En cuanto a Marte, eso de :”!A mi mis valientes!”, pero claro, eso debió ser en una época muy lejana, en la que los guerreros tenían un código de honor, llevaban una espada inmensa (el tamaño sí que importaba) y tenían que estar muy cachas para soportar el peso de la armadura. Ahora, por lo visto, el cincuenta por cien del personal masculino no está por la labor de ir a conquistar a su dama y el otro cincuenta es plumífero reconocido.

Y !curiosamente! Venus, que es mi planeta regente, ya que tengo ascendente Libra, se ha quedado para el final. La Belleza, la Armonía, el Arte... pero ¿Y el Amor?. Si, así, con mayúsculas, el que siempre quise, el que no llega. Encima tengo a Venus en Géminis, o sea, me voy enamorando de las margaritas del campo, de mis preciosos gatos, de la mirada limpísima de los pequeñitos, de las maravillosas puestas de sol... pero mi amor, ese que viene cabalgando desde hace veinticuatro años y es viudo y tenía una niña (que ya debe haberle hecho abuelo), ese no llega. Digo yo que cuantas veces habrá cambiado de caballo, aparte que, cuando salió en mi busca, aún no existían los gps y esto, si lo comparamos con el resto del mundo, está en un recóndito lugar.

Además queda Quirón (la deuda kármica, creo) y la Cabeza y la Cola del Dragón (siempre me he preguntado que han hecho con la parte central del bicho).

Hay que contar, también, con las conjunciones, oposiciones, trígonos, cuadraturas, sextiles... las casas en las que se instalan los planetas... !Un sin vivir!

Bien, y después de todo esto ¿Creéis que eso del libre albedrío aún funciona?. A lo mejor es que hay que seguir insistiendo, pillarle el truco, de forma que, de verdad, podamos crear la vida que queremos. O puede que lo que deseamos no nos convenga, o no haya llegado el momento oportuno, o que si nos llega lo que sea, no seremos capaces de manejarlo, o....

De todas formas, ya lo he dicho, me considero optimista por naturaleza y sigo tratando de ver la parte divertida de la vida, gracias a lo cual, sobrevivo.

Esta mañana, por ejemplo, en el centro de la ciudad estaba aparcado un camión pequeño, pintado de blanco que, en uno de los laterales decía con letras muy grandes: “Unidad móvil de destrucción” !Que fuerte!.

Luego en letras mucho más pequeñas, en el otro lateral, aclaraba: destrucción de documentos para empresas.

Así que, ¿veis?, lo mejor es subirse a la primera nube que pase y, desde allí, reírse de los afanes de los demás (eso alguna vez lo hemos practicado todos, aunque se llame de otra forma) y dejar de sufrir por los nuestros. Os puedo hacer un huequito en mi mullida nube, pero sin abusar.

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