08 abril 2014

Cartas no enviadas (III) - Carta Medieval

A mi amada, la más bella doncella:

Sabéis, querida Arlinda, que aunque un mar entero nos separe, para los corazones no hay distancia, sobre todo si los dos laten por el mismo amor.

Está mi vida como adormecida porque aunque mi cuerpo ande en las faenas diarias y mi cabeza ocupada en dirigir esta nave, mi corazón solo a vos pertenece y ahí guardo todo lo que de verdad me importa que es cumplir con honor mi cometido y esforzarme al máximo en que lo más breve sea, para regresar a vuestro olor, vuestros labios, vuestro tierno abrazo.

Por las noches duermo poco porque es el tiempo en que más os añoro. Cesan los ruidos y la imaginación se escapa: vuelo a vuestros aposentos y mis deseos desbocados fluyen. Ardo y espero el día feliz de desposaros, de que por completo seáis mía y yo vuestro, amada, porque no veo mayor deleite que podamos compartir lecho durante todo el tiempo que nos permitan los cielos tener vida.

Veo nuestra descendencia crecer alegre, en ellos reflejados nuestros rostros, nuestros gestos… el orgullo de haberlos engendrado, la ternura que vos, sin duda, derramaréis sobre ellos hasta el punto de hacerme sentir algo de envidia, porque de todos es sabido que algunas madres relegan al esposo a favor de sus retoños.

Os amo ¡tantas veces os lo he dicho! Y aunque sé de cierto que vos también me amáis, será por decoro o timidez pero nunca me lo habéis dicho. ¿Qué tendré que hacer para tan dulce frase poder oír? Nunca me quejé, bien lo sabéis, pero aquí, solo, tan alejado, entran las dudas y me corroen por dentro llegando a pensar que mi esperanza es vana.

De rodillas os lo suplico mi dulce Arlinda, decidme que me amáis, que sois mi enamorada y que nada torcerá vuestra voluntad, que me esperareis hasta que vuelva y juntos empezaremos esa nueva vida que por mi parte tanto anhelo.

Cuando arribe a puerto os escribiré de nuevo. Rezad por mí porque aunque la tarea que me han encomendado no es en exceso peligrosa, confío en que vuestra pureza llegará mejor y por la Divinidad misma seréis atendida.

Ya se han encendido las estrellas. A mis ojos no son más que un pálido reflejo vuestro .Soñaré con vos, sois el mejor de mis sueños porque espero que un día cercano se vuelva verdadero.

Aunque bien quisiera, nada más puedo decir, mi corazón siente frío y mi alma me recuerda que he de seguir adelante con coraje y gallardía para que, además de amarme, podáis sentiros muy orgullosa de vuestro caballero.

Os ama y amará eternamente,

Álvaro De Cifuentes

0 comentarios (+add yours?)

Publicar un comentario